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Tratamiento multimodal del TDAH y de los trastornos de conducta

 

Trinidad Bonet Camañes

    Numerosos estudios parecen confirmar la eficacia del tratamiento combinado para el TDHA, que integra el tratamiento farmacológico (principalmente con metilfenidato) y la intervención cognitivo conductual. Cada uno de ellos mejora diferentes aspectos del funcionamiento de las personas con TDHA, aunque ambos poseen algunas limitaciones. Por ejemplo, los fármacos son eficaces para reducir la conducta disruptiva y los síntomas nucleares, sin embargo, por sí solos no mejoran el rendimiento académico, las conductas de relación interpersonal, ni los síntomas asociados como la conducta oposicional-desafiante, la ansiedad y la tristeza, o las relaciones familiares… Junto con esto, también hay que considerar los posibles efectos secundarios que puede tener la medicación, y que hay que intentar combatir ajustando la dosis y manteniendo controles sistemáticos.

    Por otra parte, por las propias características del trastorno, las Técnicas de Modificación de Conducta Cognitivo-Conductuales en el TDHA requieren tiempo, esfuerzo y trabajo, tanto con el niño, como con los padres y con el colegio, ofreciendo pautas específicas para cada uno de esos ámbitos y cubriendo la necesidad de coordinación entre ellos y el especialista (médico y psicólogo).

    En la actualidad nos encontramos que:

  • Cada vez hay más niños diagnosticados de TDHA que no lo son.

  • Este diagnóstico se está convirtiendo en un cajón de sastre donde caben todos los niños, desde niños molestos por su temperamento, hasta niños con otro tipo de trastornos (ansiedad, problemas afectivos, problemas de desarrollo, problemas de aprendizaje..).

  • Parece haber una presión importante entre algunos profesionales para la utilización cada vez en edades mas tempranas del tratamiento farmacológico o, incluso, para desechar la intervención psicológica.

  • Existe una cronicidad del trastorno y dificultades para la generalización y el mantenimiento de los resultados beneficiosos del tratamiento

      Dentro de la literatura científica parece haber dos líneas divergentes en cuanto a las técnicas de intervención cognitivo conductual que utilizan como tratamiento para este trastorno.

      Es llamativo que en los estudios donde se intenta probar qué es más eficaz, si el tratamiento farmacológico o el psicológico, o el combinado, se utilicen casi exclusivamente técnicas derivadas del condicionamiento instrumental (refuerzo, extinción, castigo, coste de respuesta, sistema de economía de fichas, tiempo fuera…) cuando desde principios de los 80 empezaron a surgir teorías que explican el trastorno como:

  • Un déficit de autocontrol (Skinner, 1975).

  • Un déficit mediacional (D. Meinchenbaum, 1981), déficit en la adquisición del lenguaje interno como mediador de la conducta.

  • Una deficiencia autorreguladora (Virginia Douglas, 1984), deficiencia en los eventos cognitivos, en los procesos cognitivos y en la metacognición.

      De estos modelos explicativos se derivan programas específicos de tratamiento que incluyen:

  • Las autoinstruciones

  • El modelado cognitivo

  • El monitoreo o guía de la respuesta

  • Las técnicas de autocontrol

  • Las estrategias de solución de problemas

      Apoyados con numerosos estudios en los que se demuestra la eficacia de estas técnicas frente a las meramente operantes.

      En ese sentido, hoy no parece coherente realizar estudios donde se comparen un tratamiento farmacológico con un fármaco que ya se sabe que es eficaz para algunos síntomas del trastorno, con un tratamiento psicológico que utiliza técnicas que no son las más específicas para el mismo.

      Los psicólogos tenemos un gran campo de actuación en:

  • La realización del diagnóstico adecuado y precoz.

  • Aportar los conocimientos en las técnicas de intervención cognitiva para entrenar al niño con TDAH.

  • En el diseño de intervención para el cambio comportamental y aprendizaje de conductas eficaces en los padres y profesores de niños con TDHA.

  • En la realización de estudios con metodología y en el diseño del tratamiento basados en la evidencia.

  • En la mejora de las medidas de las variables dependientes (no sólo la utilización de puntuaciones en escalas de conducta) sino en los tests cognitivos: como impulsividad- reflexión, atención mantenida, etc..

    Ni la medicación ni la terapia psicológica pueden ser por sí solas la panacea de tratamiento para un trastorno tan complejo, con tanto impacto negativo en el niño, en la familia y en la escuela, que se presenta como crónico, y que, muy probablemente, implique la continuidad de la medicación y tratamiento durante tiempo… Dadas todas esas características es obvia le necesidad de dotar a la comunidad (padres, profesores, profesionales) de todas las herramientas posibles que ayuden a la persona, niños, adolescentes y/o adultos con este trastorno.

     

    Fuente:

    http://www.infocop.es/

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