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TDAH inatento: Un caso con síntomas depresivos

Aunque el tipo de TDAH más frecuente y conocido es el combinado (definido por síntoma de hiperactividad, impulsividad y déficit de atención), no hay que olvidar el TDAH de predominio inatento, en el que los síntomas de hiperactividad o impulsividad se presentan en menor frecuencia o con una intensidad más leve (que no ocasiona los problemas de comportamiento que se observan en el TDAH combinado). Se presenta indistintamente en niños y niñas, aunque es más frecuente entre ellas. En muchas ocasiones se trata de chicas que pasan inadvertidas y llegan a la consulta del especialista con síntomas depresivos o ánimo bajo, ansiedad y baja autoestima. Suelen ser muy responsables, dedican mucho tiempo al estudio, aunque su rendimiento en la evaluación es inferior al esperado, o desproporcionado en relación con su dedicación y esfuerzo. A veces tienen muy buena capacidad, pero creen que son incapaces o “tontas”, y se enfrentan a continuas frustraciones. Conviene tener en cuenta que los síntomas depresivos en el niño y el adolescente son distintos de los del adulto. La diferencia fundamental radica en que el niño se mostrará, sobre todo, más irascible, mientras que el adulto tenderá a sentirse triste y decaído.
TDAH de predominio inatento con síntomas depresivos. Pablo, 7 años
Pablo tiene 7 años y está en 2º de Primaria. No comparte todas las asignaturas con sus compañeros porque recibe clases de apoyo. En el recreo, si no está solo, únicamente habla con las niñas. Está más cómodo con ellas porque los niños a veces le insultan, le llaman “tonto” y no le escogen para jugar. Pablo sabe que no es hábil jugando al fútbol, igual que tampoco lo es leyendo. Le costó empezar a leer, y en el colegio dijeron a sus padres que tenía dislexia, así que empezó a ir a consulta con una psicóloga.
• Es un niño muy tímido y responsable, le preocupa no hacer bien las tareas en casa, y normalmente necesita ayuda para realizarlas porque, cuando se pone a ello, es como si no hubiera estado en clase o no se hubiera enterado de nada. Por eso necesita que le vuelvan a explicar todo de nuevo, y aun así, parece que no escucha. Se le olvida lo que acaba de aprender y comete errores por descuido. Su escritura no es buena, pero se esfuerza en la presentación de sus cuadernos y cuida su material.
• Es un niño cumplidor y temeroso, revisa las cosas antes de salir y es raro que las pierda. En casa, a pesar de su buena disposición y actitud (como en clase), le cuesta seguir órdenes, hay que llamarle varias veces para que acuda o conteste, sobre todo cuando está en sus cosas, jugando o viendo la televisión. Cuando lo hace, al principio atiende a la instrucción, pero luego no lo hace, porque se le olvida o se distrae. • En la consulta, con actitud temerosa, voz baja y ojos vidriosos, Pablo dice que es “tonto”, que los niños también se lo dicen y no le dejan jugar con ellos. Mira frecuentemente por la ventana, distraído, y entre sus principales deseos está “sacar buenas notas”. Su madre le ve más triste y cree que disfruta menos de las cosas.
Pablo fue valorado en una unidad de psiquiatría infantil, y en la evaluación psicopedagógica se determinó que su capacidad intelectual global era media-alta, a pesar de su situación en el momento de la evaluación, durante la que se mostró inseguro y con baja autoestima.
• Le diagnosticaron TDAH de predominio inatento con síntomas depresivos asociados, y se le pautó un tratamiento con metilfenidato, además de seguir con la terapia psicopedagógica que ya venía realizando. • Pocos meses después dejó de necesitar ayuda para hacer los deberes, pudo dejar las clases de apoyo, estaba más integrado con los niños de clase e incluso se mostraba más competitivo. En la última consulta, Pablo reconoció que había visto que no es tonto, miraba de frente y sonreía con la felicidad anhelada en un niño de siete años.

Fuente:
http://www.unav.es/

Asperger leve o la inconsistente levedad del Síndrome de Asperger

 

AspergerRecientemente se acercan a la asociación y sobre todo al Centro Hans Asperger, familias cuyo chico viene con la indicación de algún profesional de que tiene un cuadro de “síndrome de Asperger leve”, en algunos casos solo “rasgos” de Asperger.

Es curioso esto de los “rasgos” cuando los profesionales que los diagnostican tienen gabinetes privados, pues los padres que reciben estas “pseudoetiquetas” lo primero que hacen es abonarse al profesional de turno, depender de él y no implicarse excesivamente en el tema.

Los padres tendemos a ver siempre el lado positivo de las cosas, sobre todo desde un primer momento.

Hay unas ciertas fases que hay que superar cuando a uno le dicen que las cosas raras que ven en su hijo, los comportamientos extraños, las rabietas y las dificultades sociales son debidas a un trastorno que tiene un nombre y que además se suele encajar en el denominado “Espectro del Autismo”.

Realmente es duro. La primera fase es la negación: esto no es posible, esto no me puede pasar a mi, se han equivocado, este profesional no sabe lo que dice, etc.. la segunda fase es parte de la primera, es decir: bueno, es posible pero, al menos, el caso de mi hijo es muy leve. Esta nueva actitud al menos es más útil porque nos puede ayudar a poner los medios para comenzar a trabajar las dificultades del chico.

Es cierto que hay un continuo en la dificultad o en la severidad del Asperger que tiene mucho que ver con la rigidez mental, la función ejecutiva y el nivel cognitivo, y también es cierto que cuanto antes se comience a trabajar, mejor pronóstico y mayor autonomía va a tener la persona en la vida adulta.

Sin embargo, es importante que tengamos en cuenta algo que a veces se nos escapa, y es que la “levedad” del Asperger viene conceptuada por los profesionales a través de unas pruebas y unas observaciones conductuales puntuales, en sesiones clínicas de tiempo limitado y en la observación en el continuo de las actividades de intervención terapéutica, pocas veces en un contexto digamos “ecológico” tal cual puede ser el ámbito familiar o la observación dentro de un grupo normalizado de la misma edad. No existe una escala objetiva para calificar esa “levedad o severidad” y probablemente por mucho que se empeñen los del DSM V nunca la haya. Así pues todo depende no sólo de la percepción subjetiva de quien hace el diagnóstico, sino de su capacidad para saber transmitirlo de forma realista a quienes lo reciben.

Esta levedad no tiene en cuenta el factor que para los familiares y para la misma persona afectada puede ser más significativo: esto es el factor de la autoconciencia y del sufrimiento personal.

Estoy convencido por la experiencia , de que muchos “Asperger severos” padecen menos que los supuestamente “leves” , la frustración (si esto es de alguna forma cuantificable) por sus dificultades sociales, incluso son menos conscientes de algunas de las injustas situaciones sociales a las que se ven de continuo sometidos, son menos conscientes de que, por ejemplo, se estén burlando de ellos o se les este marginando.

Comprendo que para un profesional resulte duro decir las cosas tal y como son, pero los padres tenemos la necesidad de saber a que atenernos, sin paños calientes y sobre todo sin que nos hagamos falsas expectativas.

Precisamente aquellos padres a los que se les ha dicho la frasecita del “Asperger leve” , son los que en un porcentaje mayor no se lo acaban de tomar en serio, no le dan al tema la importancia que realmente requiere y lo que es peor, acaban sintiéndose mas frustrados al ver que sus esperanzas y expectativas no se cumplen.

Es curioso que frecuentemente los padres/madres de los chicos de un mismo grupo terapéutico, están firmemente convencidos de que su hijo es el menos afectado de ese grupo y de que los demás están “peor”. Es una percepción muy extendida y por lo tanto también falsa por imposible.

Llevar al chico a terapias o a grupos de habilidades sociales pensando que estamos de paso y que en unos meses se van a solucionar los problemas totalmente es tener en la mayoría de los casos una percepción errónea, pero extendida. Derivar al terapeuta la responsabilidad de su avance , sin seguir pautas en el domicilio, sin mantener una actitud de continua intervención en todos los ámbitos naturales (la casa, el colegio, las actividades extraescolares) es algo que realmente va a ayudar poco. El pensar que el “asperger leve” puede reconvertirse en neurotípico a base de unas pocas sesiones de terapia, es otra percepción, no solamente falsa sino, paralizante a la hora de pensar que este es un trayecto de largo recorrido en el que los padres solo nos tenemos unos a otros para entendernos, para buscar soluciones y para defendernos de los abusos y/o las injusticias de los colegios, las administraciones y la sociedad en general.

Aunque se pueda mejorar mucho las competencias sociales de un chico con S. de Asperger y podamos favorecer su mejor ajuste social, las dificultades de cuando son pequeños son de un tipo pero tenemos que tener claro que en la segunda etapa, en la adolescencia, los problemas van a ser otros, si cabe peores debido a las características de los adolescentes y a que seguramente van a tener un mayor nivel de ansiedad ante demandas sociales más complejas; por tanto, el pretendido “Asperger leve” va a pasarlo, posiblemente mucho peor , puesto que se sufre mas, cuando ves que los compañeros de tu edad salen solos, se buscan unos a otros y se llaman para salir , en unos grupos y pandillas en las que no hay sitio para ti.

Se sufre más cuando eres plenamente consciente de que una y otra vez fracasas en tus intentos por “encajar” y cuando sabes que inexplicablemente hay algo en ti que provoca el que tus compañeros no estén por la labor de incluirte en una conversación. Esto no lo sufre tanto alguien que este severamente afectado puesto que es probable que ni siquiera le interese “encajar” socialmente mientras le dejen tranquilo con sus rutinas e intereses.

Es esta conciencia de incapacidad, esta sensación de frustración, este continuo exigirse asimismo para poder socializar con éxito, lo que va a provocar mayoritariamente en los casos de “Asperger leve” un profundo sufrimiento íntimo. Un sentimiento de soledad e incomprensión que puede y suele desembocar en situaciones de ansiedad y profundas depresiones. Esto sí es lo verdaderamente grave y puede traer graves consecuencias, no solo para el afectado ya que probablemente también la familia se va a ver arrastrada a situaciones angustiantes y conflictos internos que poca gente fuera de su entorno es capaz de comprender, y eso cuando no es toda la familia, como grupo, la que es víctima de un aislamiento social por la incomprensión y la critica fácil de los demás.

Creo que muchos profesionales se equivocan al dar un diagnóstico de “Asperger leve” . Se equivocan por lo que la comunicación misericordiosa de esa levedad provoca en quien lo recibe.

Para mi, y este es un punto de vista muy personal, No existe realmente el “Asperger leve”, ya que probablemente los casos más “leves” se conviertan con su evolución en los más dolorosos.

 

Rafael Jorreto

Presidente de la Asociación Sevillana de Síndrome de Asperger, a través de http://autismodiario.org/

Suspensos con diagnóstico

 

Inmaculada Escamilla y Pilar Gamazo

Los padres y profesores suelen abrumarse ante las dificultades académicas de sus hijos y alumnos. Cuando atribuyen sus fracasos a la falta de disciplina y a la escasa motivación para el estudio, se olvidan de que, en algunas ocasiones, hay problemas médicos que explican que a un niño le vaya mal en el colegio.

La OCDE ha recordado recientemente a España que su índice de fracaso escolar es de los más altos de Europa: el 36% de los jóvenes de entre 25 y 34 años no ha completado los estudios de Enseñanza Secundaria.

Cada uno de los casos que conforman esa cifra tendrá detrás una historia y motivos, pero se habla de fracaso escolar cuando un alumno se ve incapacitado o desmotivado para seguir yendo al colegio o instituto.

Hay muchos factores que pueden afectar al rendimiento académico de niños y adolescentes; en unas ocasiones están relacionados con sus habilidades intelectuales, con déficit sensoriales, o incluso con la toma de algunos fármacos y el abuso de drogas. También hay problemas médicos, que incluyen patologías como la malnutrición, las alteraciones del sueño, la anemia, síndromes metabólicos y otros como intoxicaciones o estreñimiento grave. Todas ellas tienen unas manifestaciones “físicas” o externas, gracias a las cuales son relativamente fáciles de identificar. Sin embargo, cuando un niño se niega a ir al colegio, saca malas notas a pesar de su esfuerzo o reacciona con pataletas exageradas, sus padres pueden pensar que está intentando reclamar su atención. A veces es así –en cualquier caso, merece la pena preguntarse por qué el niño utiliza esas llamadas de atención–, pero en otras, esas actitudes asoman como la punta del iceberg de un trastorno de aprendizaje, de ansiedad, de hiperactividad...

Conviene no olvidar que el niño que pueda lo hará bien; sacará buenas notas, estará integrado y seguirá sin problemas el desarrollo escolar adecuado a su nivel. Por eso mismo, cuando no lo hace, es importante detenerse y prestar atención hasta encontrar el motivo. En ciertos casos, la ayuda de un especialista es imprescindible para abordarlo de manera eficaz.

El proceso de crecimiento de un niño en todas sus dimensiones incluye fases de desconcierto, apatía, miedo, dificultad de adaptación a ciertos cambios... pero cuando las señales de alarma se prolongan demasiado tiempo y no se presentan de manera aislada, sino como un conjunto de síntomas, conviene recurrir a un pediatra que evalúe al niño y, si lo considera oportuno, derive su caso a un psicólogo o psiquiatra infantil.

Ellos serán quienes determinen el diagnóstico y ajusten el tratamiento, que combinará terapias de conducta y medicación. Precisamente este punto genera ciertas dudas, que rayan en el temor a “empastillar” a pacientes tan jóvenes. La experiencia clínica y los estudios científicos a medio y largo plazo demuestran que el empleo de fármacos, siempre que estén supervisados por un médico, no representan riesgo y son, de hecho, una manera eficaz de solucionar estos problemas. Un planteamiento tan lógico como este, comúnmente aceptado respecto a enfermedades de otro tipo, en el caso de los trastornos de comportamiento genera cierto recelo, normalmente debido a la falta de información.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH, de tipo combinado o de predominio inatento) y la ansiedad figuran entre los problemas más frecuentes en el ámbito escolar. Como en la mayoría de problemas médicos, un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado contribuyen a que se supere con éxito y no condicione de manera significativa la trayectoria escolar del niño.

Las autoras son especialistas de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid. Han escrito el libro ¿Es mi hijo mal estudiante? Editorial Everest.

Fuente:

http://www.unav.es/nuestrotiempo/es/

“Investigo la dislexia para tratar de evitar que se repita la historia que yo he vivido”

 
DISLEXIAENTREVISTA | Luz Rello, Lingüista galardonada con el premio al mejor investigador joven de Europa

Lucas Sánchez

Esta joven lingüista ha pasado de sufrir un largo historial de suspensos con doce años a recibir el premio a mejor investigador joven de Europa. La científica critica la reforma educativa prevista por el Gobierno español: “Si me hubieran separado desde pequeña, como pretende la reforma educativa, no podría haber llegado donde estoy”

 

Luz Rello (Madrid 1984) todavía no se cree que haya recibido uno de los galardones más importantes a un investigador predoctoral en Europa, sobre todo porque es un galardón al mejor joven investigador, a secas, de entre todas las ciencias. Tampoco se lo creyó cuando le dieron sus primeras evaluaciones en las que era calificada como “sobresaliente”, y rompió a llorar delante de su clase. Entonces tenía 12 años y tenía que acudir a clases de refuerzo. Una profesora identificó su problema, la dislexia, y le enseñó, mediante juegos de colocación de palabras, a superar su dificultad. Ahora, gracias entre otras cosas a la creación de Dyseggxia y a su trabajo como investigadora del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (DTIC) de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, una aplicación para móviles y tabletas que realiza la función de esas clases de apoyo ha recibido un galardón que reconoce una historia de superación personal desconocida para el tribunal que se lo ha otorgado, y llena de encontronazos con el lenguaje.

III Luz Rello

Luz Rello se licenció en Lingüística por la Universidad Complutense de Madrid, obteniendo la calificación más alta de España en dicha licenciatura. Obtuvo una beca de La Caixa para realizar sus estudios de máster en Procesamiento del Lenguaje Natural. Durante su doctorado en la UPF, ha recibido diversas becas, entre las que destacan las Google Anita Borg Scholar y Santander JPI Premium Scholar.

En la actualidad es experto invitado en el Research and Development Working Group de la Web Accessibility Initiative del World Wide Web Consortium (W3C). Las aplicaciones para ayudar a personas con dislexia, a cuyo desarrollo ha contribuido, cuentan con más de 18.000 descargas.

¿Qué camino lleva a recibir el premio a mejor joven investigador de Europa?

Lo único que he hecho es intentar hacer las cosas lo mejor que puedo que, en el caso de mi investigación con dislexia, significa intentar hacerlo tan bien como para llegarme a fiar de mis resultados. En las aplicaciones reales, lo que busco es que sean útiles y ayuden realmente. Y creo que la razón principal por la que me lo han dado es la que mencionan en la carta que ha escrito la asociación Euroscience, y que es pública en su web: “Ha convertido su investigación en una realidad”.

¿Cómo nace Dyseggxia?

La educación normal no funciona con nosotros. Las personas disléxicas no aprendemos de la misma manera. Por eso, no sirven de nada los estúpidos ejercicios de escribir la misma palabra 50 veces a los que nos obligaban en el colegio. Estudiando fallos de personas disléxicas parecía bastante claro que podían tener un patrón detrás. De la corazonada pasamos a pedirles a los padres de hijos que tenían dificultades en el lenguaje, y daban con el perfil de niños disléxicos, que nos mandaran textos de sus hijos. Yo aproveché lo que sabía para darles sentido lingüistico, fonético y ortográfico a esos errores. De ahí sacamos patrones. Nuestra primera publicación sobre el tema no señalaba los patrones, era tan novedoso en aquella fecha que simplemente decía “existen patrones en los errores de personas con dislexia”. Luego usamos los errores con distractores (letras que forman palabras similares) y pedimos a los niños que pusieran bien las palabras. Los niños aprenden jugando y, además, los padres aprenden de los errores típicos de sus hijos. También lo implementamos con otro problema clásico de la dislexia que es juntar palabras que van separadas. El juego es un proyecto personal y lo hemos desarrollado entre tres amigas (con Clara Bayarri y Azuki Gòrriz). Por ahora, se lo han descargado más de 7.000 personas.

“La educación normal no funciona con nosotros. Las personas disléxicas no aprendemos de la misma manera”

¿Cómo termina una persona disléxica investigando en dislexia?

Hay dos respuestas para esta pregunta. La primera es el porqué idealista y, la segunda, el realista. La primera puede parecer muy ñoña, pero la verdad es que fue para tratar de evitar que se repita la historia que yo he vivido. Yo estuve cerca del fracaso escolar. He estado muchos años de mi vida suspendiendo muchísimo, sentada en una mesa especial para niños fracasados. Una profesora que era psicóloga y mi tutora detectó mi dislexia y no me dijo nada para no asustarme con la palabra, supongo. Me llevó a unas clases especiales, y en esas clases me sentía muy estúpida. Todo el mundo sabía leer y escribir, y yo estaba delante de una palabra, pensando que hacía el payaso, y jugando con letras. Yo pensaba que leía bien, no entendía qué hacía allí, y estudiaba muchísimo. Pero suspendía. Piensas que eres tonta y, de hecho, sigue costándome muchísimo, después de los años, encajar cualquier premio científico. Porque durante mucho tiempo de tu vida piensas que eres tonta y, además, te lo dicen. Constantemente te dicen que no vales. En las clases de apoyo pensaba que no hacíamos nada, pero de repente, todas esas horas de estudio convirtieron suspensos en sobresalientes.

“He estado muchos años de mi vida suspendiendo, sentada en una mesa especial para niños fracasados”

¿Y el porqué realista?

Me dieron la oportunidad en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Normalmente en informática, como en casi todos los ámbitos científicos, uno entra a trabajar en un centro o laboratorio que tiene una línea muy establecida. Pero en la beca tenía libertad total y mi supervisor, Ricardo Baeza-Yates, se dio cuenta por nuestras conversaciones via mail que tenía síntomas de ser disléxica. Yo normalmente trataba de esconder mi pasado, conseguí ser “normal”, así que no quería que nadie se enterara de que tuve problemas. Mi supervisor me dijo que siendo licenciada en Lingüística y teniendo un máster en Procesamiento del Lenguaje Natural, ¿por qué no utilizar todo lo que sabía para ayudar a personas que tenían mis mismos problemas?

¿Qué problema tienen los disléxicos? ¿Es sólo cosa de textos?

Exacto. El lenguaje es innato. Aprender a hablar y entender es innato. Todo el mundo tiene zonas cerebrales definidas que se desarrollan a distintos tiempos durante el desarrollo y el aprendizaje. Leer y escribir es una destreza, es algo que se aprende, no es innato. No todo el mundo sitúa en el cerebro la lectura y la escritura en la misma área del cerebro. La dislexia es, por lo tanto, un problema que aparece en el aprendizaje, aunque su origen es biológico. Y el problema es mapear el símbolo con el significado fonético. Nosotros tenemos de forma innata fonemas (sonidos) en la cabeza, y de manera aprendida, los grafemas, las letras que hacemos equivaler a esos sonidos. El problema es transformar el fonema en grafema, y al revés.

“Sigue costándome muchísimo encajar cualquier premio, porque durante mucho tiempo de tu vida piensas que eres tonta y, además, te lo dicen”

¿Qué porcentaje de la población es disléxica?

Depende del idioma. En España, alrededor de un 10%. En una clase de 40 alumnos hay 4 disléxicos, y una media de alrededor de 7 niños con dificultades.

Entonces, al no ser un problema de entendimiento, ¿podrían salvarse esos problemas con otras formas de educación?

Claro. La dislexia es un problema de información escrita, de representación. El problema del sistema educativo actual es que todo pasa por la lectura y por la escritura. Ni siquiera pasa por la oralidad, porque si a los disléxicos les leyeran los textos el problema estaba salvado.

¿Cómo ve entonces que la LOMCE, la nueva ley educativa del Gobierno español, intente separar a los alumnos por su rendimiento escolar?

“La reforma educativa va conseguir es que las desigualdades en el alumnado sean cada vez mayores”

Es un asunto que me angustia de esta reforma de la educación. Ojalá se le diera más importancia a esta reforma que a la crisis, porque ahí está la clave del cambio y, sin embargo, tal y como se está planteando, lo que se va a conseguir es que las desigualdades en el alumnado sean cada vez mayores, sesgando las oportunidades de muchos. Cuando escucho que pretenden separar a los alumnos desde pequeños de una misma clase en función de sus resultados académicos se me pone la piel de gallina, me parece ciencia-ficción, estoy dentro de la novela Un mundo feliz, donde los niños son clasificados en categorías desde bebes en función de su calidad genética para tener un oficio determinado, para triunfar o no en la vida. Una cosa es que en Bachillerato, con 15 o 16 años, cada uno elija la rama que quiere estudiar, y otra cosa es separar a un niño antes de que haya desarrollado todas sus capacidades cognitivas (sobre los 13 o 14 años). Dejémosles demostrar lo que son capaces de dar. ¿Por qué le tenemos que decir a un niño que su competencia —aún no desarrollada— es de segunda o de tercera calidad? Una cosa es tener clases de apoyo extra para ayudar a los que lo necesitan, y otra cosas es segregarlos en otra clase diferente, en ese grupo por el que no vale la pena preocuparse. A mi me costó mucho salir adelante en una clase normal con una exigencia normal. Creo que si me hubieran separado desde pequeña no podría haber llegado donde estoy. Y como yo hay un 10% de niños que aprender a leer y a escribir más tarde, y que se esfuerzan mucho. Como casi todo en el colegio pasa por el filtro de la lectura y la escritura, no es fácil adivinar en qué categoría estaríamos nosotros, una categoría decidida antes de tener la oportunidad de superarse. Si autosuperarse en una clase normal es muy difícil, cambiar de categoría lo veo casi imposible.

¿Cómo se detecta la dislexia? ¿Sólo por bajo rendimiento escolar?

Básicamente, por errores en la escritura. Actualmente la mayoría de las pruebas de dislexia se hacen observando el número de errores en escritura que cometes durante el tiempo que dura la prueba. Así de sencillo. Los disléxicos tienen faltas de ortografía porque no las ven. Ahora estamos midiendo la lectura con eye tracker, un sistema que sigue tu mirada mientras que lees.

¿Cómo mejoraron en su caso esas clases de apoyo de suspensos a sobresalientes?

Yo no fui consciente de ese cambio mientras sucedía, tú piensas que lees bien aunque no lo haces. Pero esos ejercicios sí debieron hacer que yo leyera mejor. Limaba mis asperezas con los símbolos, y mejoraban esa conexión entre grafemas y fonemas. Cada hora de estudio era más productiva. Desde entonces todo me fue bien, aunque tengo que revisar mucho todo lo que escribo y todo lo que leo, porque me confundo a menudo. Pero la informática me ha cambiado la vida.

¿Cómo ha sido ese cambio?

En selectividad me bajaron las notas por faltas de ortografía, pero en la universidad lo hacíamos todo con ordenadores y podía corregir mis errores. Tienes correctores de texto, puedes buscar en Yahoo! o Google. Tienes un corrector constante. Por eso todo lo canalizo a través de la informática.

“El problema del sistema educativo actual es que todo pasa por la lectura y por la escritura”

¿Por qué, con todos los problemas que tenía, se decantó entonces por las letras?

Habría que preguntarle a un psicólogo, porque de hecho mi instituto estaba muy enfocado a las ciencias. Era algo que me llamaba la atención como reto. Era un desafío. Cuando dije que quería hacer ciencias sociales me mandaron al bachillerato tecnológico, pero me rebelé. Y eso que mi peor nota era en Lengua.

Su investigación de tesis doctoral no solo ha generado una app, también tienen un lector para adaptar textos a personas disléxicas, ¿no es así?

Sí, y también hemos querido dejarlo público. Puedes verlo en la web y también están en abierto las publicaciones científicas relacionadas para que sepas cómo funciona. Y si tienes problemas para usarlo te echamos una mano. Cualquier empresa que quiera tener en cuenta a los disléxicos puede contar con nosotros sin cobrarles por ello. Y la aplicación es gratis, a mí me paga la Generalitat, no voy a ganar dinero con los derivados de una investigación que pagan otras personas con sus impuestos. Han sido años de trabajo que se reflejan en 11.000 descargas que tiene el IDEAL eBook reader por ejemplo, un lector de libros para Android diseñado a partir de nuestros resultados.

La investigadora Luz Rello.“La app es gratis. No voy a ganar dinero con los derivados de una investigación que pagan otras personas con sus impuestos”

¿Cómo se adapta un libro electrónico para personas disléxicas?

Se puede adaptar en función de la forma o diseño, y del contenido. En cuanto a la forma influye el tipo y tamaño de fuente, la separación entre letras y entre ancho de columna, el contraste (las personas con dislexia leen mejor con menos contraste)… Son muchos parámetros. En cuanto al contenido, influye la frecuencia de las palabras. Un disléxico asimila mejor una palabra cuanto más frecuente es. Lo que hacemos es presentar el mismo texto; los disléxicos no son tontos, hay que dar posibilidades para aprender y no simplificar el texto. Pero si quieres, puedes pulsar una palabra y te salen varios sinónimos.

¿Cómo ve el futuro de los niños con dislexia?

Ahora mismo, si viviéramos en Finlandia, el primer día de escuela tendríamos a un pedagogo que revisa que los niños tengan o no dislexia. ¿Por qué? Porque saben perfectamente que una persona con dislexia, si la pillas a tiempo no se tiene por que quedar atrás. Pero eso es en Finlandia. En el resto de los países, la forma de detectar, tarde y mal, a los niños con dislexia es la razón por la que tienen bajo rendimiento escolar, y cuando tienes bajo rendimiento escolar es dificilísimo salir. Es un círculo vicioso. Tus compañeros piensan que eres tonto, tus profesores piensan que eres tonto. Si haces algo bien es casualidad; si lo haces mal es normal. Incluso para tu familia. Cuando por fin se detecta en niños que tienen problemas en el colegio, suele ser ya tarde para ellos. Espero que esto vaya cambiando.

— Lucas Sánchez,
Investigador Postdoctoral del Centro Nacional de Biotecnología, divulgador y escritor

Fuente:

http://esmateria.com/

10 técnicas para reforzar la autoestima de niños con TDAH

 

10 técnicas para reforzar la autoestima de niños con TDAH

Los niños con TDAH reciben más críticas y menos felicitaciones que los demás. Se comparan con sus amigos o hermanos, que en su opinión tienen más éxito que ellos. Se sienten incapaces de controlar ciertos comportamientos y eso los frustra. Consideran que no cumplen con las expectativas de sus padres, y en el colegio tienen malas notas… Son varias las razones que los pueden llevar a sentirse fracasados, y por lo tanto, tienen más posibilidades de tener una baja autoestima.

Como padres tenemos un papel muy importante en la vida de nuestros hijos y esto nos permite influir de forma decisiva en cómo se siente nuestro hijo. Si has percibido que le cuesta recibir felicitaciones y todo le parece una crítica. Que pierde la confianza en sus capacidades para conseguir las cosas y que su interés por lo que le rodea ha disminuido por miedo al fracaso y a los comentarios negativos, puedes ayudarle a reforzar su autoestima poniendo en práctica las técnicas que te sugerimos a continuación:

1. Procura destacar los aspectos positivos, comunicándole tu reconocimiento cuando haga las cosas bien, en lugar de comentarle lo que está mal.

2. Acostúmbrate a felicitarle cuando está haciendo algo que esté bien o que te guste, nada más haya terminado de realizarlo.

3. Déjale que asuma responsabilidades, partiendo de tareas sencillas y a medida que aumente su capacidad, se va aumentando su grado de responsabilidad. Esto se puede acompañar de un sistema de recompensas para cuando realice las tareas de forma satisfactoria.

4. Refuerza sus puntos fuertes, ya sean escolares, deportivos o artísticos, y celebra con él sus logros.

5. Anímale cuando se enfrente a cuestiones que le resultan complicadas.

6. Cree en tu hijo. Demuéstrale que tienes fe en él y en sus capacidades. Esto le puede animar a esforzarse más para conseguir sus objetivos.

7. Exprésale tu reconocimiento por los avances y mejoras. Le ayudará a centrarse en las cosas positivas.

8. Ayúdale a comprender que cualquiera puede cometer errores y que lo importante es aprender de ellos. Los niños con TDAH suelen repetir los mismos errores una y otra vez, por lo que en este punto hay que tener un poco más de paciencia.

9. Céntrate en el proceso más que en la meta, felicitándole por cada paso que finalice dentro de una misma tarea.

10. Organiza actividades en equipo en casa, fomentando su participación. De esta forma refuerzan sus puntos fuertes y aumenta su sensación de logro.

Comprensión, apoyo y paciencia son pilares fundamentales en todas estas técnicas que favorecen la autoestima del niño hiperactivo o con déficit de atención, al mismo tiempo que refuerzan el lazo entre padres e hijos.

SHI-ES/LO/ADHD/13/0070 a través de http://www.tdahytu.es/