Manuel Rodríguez G.
Aunque en el DMS III, existía el subtipo de déficit atencional sin hiperactividad: niños típicamente desatentos sin hiperactividad e incluso con una velocidad de procesamiento lenta (Tiempo cognitivo lento), la siguiente revisión en el DMS-IV y la DMSIV-R metió cual cajón de sastre a este subtipo; el más desconocido, infravalorado y ninguneado en el TDAH, subtipo inatento (pero englobados dentro de la patología propia del Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad).
A pesar de que las teorías de la psicóloga canadiense Virginia Douglas y de Barkley rompían a principios de los 80 con el modelo del TDAH, basado esencialmente en el exceso motriz (Hiperactividad) e impulsividad, al demostrar que el núcleo o eje principal de la problemática del TDAH era el déficit atencional, dado que esta peculiaridad era la que prácticamente poco se modificaba con el transcurso del tiempo, siendo las otras dos características más favorables para una correcta evolución y modificación. Esas teorías finalmente quedaban de alguna forma deslucidas y poco aprovechadas tras integrarse el subtipo inatento dentro del trastorno por déficit de atención con hiperactividad, lo que supuso y ha supuesto un retroceso para este subtipo, dado que no han sido ni son pocos los supuestos especialistas que aún tienen poca o nula consideración hacia este subtipo y queda aún vigente en buen grado la característica de la hiperactividad para asumir como tal peculiaridad necesaria a todos los subtipos.
Desde esa visión, no son pocos los que niegan la presencia de este trastorno en el subtipo comentado al no existir hiperactividad, aunque sí un notable déficit atencional que no pocas veces va unido a una hipoactividad o lentitud llamativa para realizar ciertos procesamientos ligados a las funciones ejecutivas. En todo caso, ello podría explicar en parte el alto número de casos infravalorados en este subtipo y desgraciadamente apenas atendidos en el sistema educativo y sanitario.
El presente artículo, publicado en 2008 viene a describirnos esta impresión que viene a recoger muchas de las notas dadas por la excelente psicóloga canadiense Kathleen G. Nadeau en su momento, como antesala a la, esperemos, independiente patología respecto al TDAH.
Esperemos, por el bien de este grupo de niños, que el próximo DSM –V sea más sensible y nítido respecto a las características intrínsecas de este grupo y dejen de ser los patitos feos de esta ya de por sí enfermedad invisible
Dentro del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDA-H) existen tres subtipos que se diferencian por los síntomas más característicos de cada uno de ellos:
- El trastorno por déficit de atención con hiperactividad de tipo combinado, en éste grupo están los niños que muestran ambos síntomas de forma clara, tanto los problemas de atención como el excesivo movimiento.
- El trastorno por déficit de atención con hiperactividad con predominio del déficit de atención.
- El trastorno por déficit de atención con hiperactividad con predominio hiperactivo-impulsivo.
Con esta clasificación se sigue funcionando para poder dar un diagnóstico y un tratamiento adecuados a los niños que sufren de TDA-H. Sin embargo, hace ya algún tiempo que tanto padres como profesionales, creen en la necesidad de cambiar los términos para dar cabida a niños que no encajan en ninguno de los subtipos acordados para el TDA-H.
Son niños que no se mueven en exceso, muchas veces se trata de todo lo contrario, pues son poco activos y lentos. Pueden pasarse largos ratos sentados tranquilamente realizando sus actividades favoritas y no tienen problemas para terminar algunas de sus tareas. No son impulsivos, pero sí despistados y distraídos. En general todo lo hacen con lentitud, incluso el responder en clase.
Son mejor aceptados por sus iguales que los niños típicamente hiperactivos pues no son conflictivos normalmente. Pueden, sin embargo también mostrar dificultades a la hora de relacionarse y hacer amigos. Muestran torpeza en su autonomía y retrasos en el aprendizaje de la lectura, la escritura y las matemáticas por lo que pueden llegar a sufrir fracaso escolar.
La diferencia de estos niños inatentos con los niños hiperactivos con predominio de déficit de atención está en sus problemas atencionales principalmente. Los niños con TDA-H tienen dificultades para sostener su atención, pueden centrarla pero no pueden mantenerla durante el tiempo necesario para poder realizar sus tareas escolares con éxito. Esto se une a su impulsividad, a su movimiento descontrolado y a su carácter normalmente conflictivo. Los niños inatentos pueden mantener su atención durante largos períodos de tiempo, lo cual es favorecido por su falta de impulsividad y movimiento, pues como se ha dicho, son lentos y poco activos. Su problema atencional no se refiere a la cantidad de su atención (en cuanto al tiempo que pueden mantenerla), sino a la calidad de la misma. Lo que les impide rendir óptimamente en la escuela es su incapacidad de focalizar su atención, de poder ver los detalles importantes y dejar de lado los supérfluos.
Son niños que se les ve a menudo absortos y distraídos, o apáticos y poco interesados. Tardan más que sus compañeros en comprender las explicaciones de los profesores y les cuesta organizar su atención de modo que puedan saber qué pasos han de dar para realizar sus tareas con eficacia.
El hecho que primero llamó la atención sobre la diferencia entre niños inatentos y niños con TDA-H, fue su diferente respuesta a la medicación que habitualmente se administra a los niños con este trastorno. Los niños hiperactivos se calman y consiguen mantener su atención con psicoestimulantes (metilfenidato). Los niños inatentos, sin embargo, no mejoran con este tipo de fármacos. Aún no existen suficientes estudios para saber con certeza si el nuevo medicamento recetado a niños con TDA-H (atomoxetina) y que, en lugar de ser un psicoestimulante es un antidepresivo, resulta efectivo en los niños inatentos.
Por estas razones, el único tratamiento oficialmente aceptado como beneficioso en niños inatentos es el trabajo cognitivo realizado por psicopedagogos que entrenan al niño para trabajar con su atención de forma más efectiva.
El TDA-H es un trastorno 3 ó 4 veces más común en niños que en niñas. Pero esto no parece ser así en el caso de los inatentos, donde se ven muchas más niñas que en el grupo de los hiperactivos. Todavía no existen datos suficientes para conocer los porcentajes de niñas inatentas con respecto a los niños.
Lo que sí que es un dato a tener en cuenta es el porcentaje de niños inatentos que se estima existen entre la población infantil. Los hiperactivos representan un 3% de nuestros niños. ¡Los niños inatentos un 13%!. Esto supone que si hay posibilidades de tener uno o ningún hiperactivo en cada aula de 25 niños, es posible llegar a contar con 2 ó 3 niños inatentos por aula… Una proporción realmente alarmante y que los educadores no debemos olvidar…
Fuente:
http://estimulacionydesarrollo.blogspot.com/2008/03/nios-inatentos.html


Han pasado ya bastantes años desde aquel primer escrito al colegio donde a mi hija los propios maestros la ninguneaban y pasaban de ella. De ese primer escrito de una colección extensísima, recuerdo muy nítidamente una frase que tomé prestada de un tema de Alberto Cortez que decía: “Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo pero se murió de sed.” A esta le sume “Silvia pasó a 4º pero finalmente fracasó no sólo a nivel escolar, social y emocional, sino en todos los órdenes.” Era el síndrome de Casandra, en que visionas, sin tener una bola mágica, esa transparencia de la que hablabas y que sabes lo qué sucederá a corto medio plazo. Transparencia que aunque quema por la desidia de quienes debieran proteger a estos niños diferentes, deshabilitados institucionalmente, te hace preguntarte por la miseria y el cinismo de buena parte de la especie humana cuando se sienten importantes, supremos, superiores y dignos de ser “normales” cuando su desfachatez ética y humana les convierte en orangutanes charlatanes, verdaderas atracciones de feria, juglares de masas, anarquistas colaboradores de la ignorancia y simpatizantes de anabolizantes pensamientos vanos. Pagan su deuda con el engaño de una sonrisa demasiado artificial, con el saludo de quien quiere parecer preocupado, consciente y partícipe de llevar a buen puerto a estos niños que tuvieron la “desgracia” de no ser tan monótonos ni tan marciales como muchos infantes, engreídos, agresivos, crueles y atrevidos al hacer daño a quienes sienten inferiores. Es el aprendizaje distorsionado dado por “adultos” y su forma de sentirse bien, de sentar adecuadamente sus nalgas cuando ya representado el papel de ciudadanos de bien pasan a la lástima, cuando no al desprecio que conlleva una crítica o un chiste fácil.
La Dra. en psicología María Balle Cabot del Departamento de Psicología de la UIB, ha destacado la dificultad de conocer las causas que provocan la falta de atención en un niño. En ocasiones puede ser simplemente falta de interés y otras veces puede implicar una alteración de fondo. 
El efecto ‘anorexizante’ del MTF sería la causa directa del enlentecimiento de la curva ponderal de estos pacientes, cuyo efecto máximo se objetiva a los 12 y 18 meses de iniciado el tratamiento; y sería, por tanto, esta privación nutricional mantenida la causa principal del retraso de crecimiento comprobado.
El niño con una gran cantidad de neuronas que irán desapareciendo con el desarrollo. Gran parte de este número variará en función de las actividades que haya tenido que aprender el sujeto, así como de la complejidad de las mismas. Es decir, la pérdida de neuronas y la complejidad de sus interconexiones van a depender de que el ambiente en el que se desenvuelve esté más o menos enriquecido. En definitiva podemos decir que el incremento de las conexiones facilita el aprendizaje, pero este incremento dependerá de las experiencias enriquecedoras al las que haya estado sometido el niño.