Joaquín Díaz Atienza
En el primer post pretendí poner en evidencia la importancia de los procesos atencionales del neonato en la diada madre/hijo y como ésta influye en sus aspectos evolutivos. En este post lo que pretendo es resaltar la influencia mutua entre la atención y el desarrollo del lenguaje actuando los adultos en este proceso como mediadores. La importancia de la interacción atención/lenguaje explica, en parte, el hecho constatado por todos los que trabajamos en clínica, la frecuencia con que nos encontramos las dificultades atencionales en niños con problemas del desarrollo del lenguaje oral y escrito, y viceversa.
1. Suele afirmarse que la capacidad atencional precede al lenguaje, algo obvio observacionalmente, aunque no a la comunicación. Vemos como un niño lo primero que adquiere es su capacidad para comprender la intencionalidad de la madre y hacia los quince meses ya posee la habilidad suficiente para detectar la concordancia entre la expresión facial (emocional) y su congruencia con un determinado estado de ánimo. Es muy importante en esta etapa no "jugar al despiste". Es decir, el niño debe aprender a establecer esta congruencia por lo que no deberíamos dar mensajes no congruentes. Esta capacidad interpretativa es lo que observamos cuando un niño se ve ante un objeto y situación exploratoria novedosa, mira a la madre y realizará la acción o no dependiendo del mensaje emitido a través de la expresión facial dela madre. Estamos ante los primeros pasos del aprendizaje social establecido desde la comunicación diádica niño/madre.
2. El desarrollo del lenguaje, a su vez, va a fortalecer tanto lo aspectos cuantitativos, como cualitativos de los procesos atencionales, aunque la calidad del lenguaje puede incidir también negativamente sobre la atención. En lenguaje, a partir de los dos años, va a producir una mejora en la comunicación, siempre que no existan problemas relevantes en su desarrollo.
4. Conforme avanza el niño en su adquisición del lenguaje, se produce la posibilidad de compartir experiencias y significados comunes con la madre. Precisamente es a través de estas experiencias comunes de significados como el niño va adquiriendo la narrativa de su propia experiencia. En este sentido se habla de dos tipos de experiencia en el niño: la experiencia narrada y la experiencia vivida. Cuando enseñamos a un niño a establecer el vínculo semántico entre un objeto y la palabra que lo nombra, lo que sucede es una fragmentación y discontinuidad de la experiencia global originaria del lactante.
Pongamos un ejemplo: si yo muestro un juguete con una determinada forma, con varios colores y un sonido agradable, durante la experiencia global original, lo que el niño experimenta es una emoción positiva pero desde una representación global del juguete. El lenguaje lo que introduce es el aspecto narrativo (descriptivo) que complementa la experiencia emocional. Cuando yo le digo al niño "este juguete es rojo, es pequeño y tiene música", lo que realizo es una fragmentación de la experiencia global. Por tanto, si bien el lenguaje contribuye a la vida relacional y socialización, también comporta el riesgo de separar la experiencia emocional que debería permanecer en la fragmentación de la experiencia global. Cuando separamos la emoción del significado, estamos ante los problemas pragmáticos que presentan los niños con síndrome de Asperger.
5. Decía Vigostky que el leguaje es el resultado de la negociación mutua entre la madre y el niño. El niño va interiorizando el significado socializado de las palabras a través de las mediaciones que realizan los padres. De aquí que, si la interiorización no es armónica (correspondencia apropiada entre emoción y significado), puede derivar en un problema en la comunicación social del niño. Debemos tener presente que, con la interiorización del lenguaje, el niño va consiguiendo su propio sentido como sujeto autónomo. Adquiere su propio discurso narrativo a través de un proceso dialéctico entre su experiencia singular y la organización semántica subjetiva de los padres. Aquí la atención juega un rol importantísimo en el establecimiento del sentimiento sobre sí mismo y su relación con los demás.
Por tanto, el lenguaje es ante todo una construcción interpersonal y el significado de las palabras es el resultado de la negociación que se establece entre el niño y los padres. Esto es algo que se va produciendo a lo largo de la vida: ¡ Cuantas veces no tenemos que introducir en nuestras conversaciones la necesidad de aclarar términos que, en principio, los teníamos claros y creíamos erróneamente que el otro los compartía!!.
6. Creo que ahora se entenderá mejor por qué dije en el anterior post que el lenguaje puede ser considerado como un espacio transicional: después de lo dicho, se entenderá que lenguaje no es más que un "espacio intermedio" entre la subjetividad del lactante y la objetividad de los padres. Así mismo, sería en este espacio en donde continúa desarrollándose el vínculo primario, básicamente emocional, y el proceso de individuación/diferenciación cada vez mayor en el niño. La atención juega un papel optimizador de los procesos intersubjetivos que aparecen en este espacio transicional.
7. En resumen, he querido expresar con estos dos post(*) la importancia de los mecanismos atencionales en el establecimiento y desarrollo del vínculo emocional y en la génesis de los aspectos semánticos del lenguaje. Se trata de una auténtica negociación entre el niño y los adultos y en donde la calidad de la "vigilancia" es fundamental para un desarrollo armónico.
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