El concepto de función ejecutiva (FE) es aportado por Fuster en 1999, pero Lezak es quien populariza el término. Luria esboza el término en su libro Higher Cortical Functions in Man desde 1966. Se trata de un constructo, es decir, de un esquema teórico de ideas, con capacidad de describir y evaluar, sistemáticamente, una serie de conductas humanas y su rendimiento. Por esto tiene gran utilidad clínica como criterio diagnóstico, y es utilizado de manera creciente en psicología y neurociencias.
Habilidades mediadas por las FE
El concepto de FE define a un conjunto de habilidades cognitivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, la formación de planes y programas, el inicio de las actividades y operaciones mentales, la autorregulación de las tareas y la habilidad de llevarlas a cabo eficientemente. Este concepto define la actividad de un conjunto de procesos cognitivos vinculada al funcionamiento de los lóbulos frontales cerebrales del ser humano.
La FE se refiere a una serie de factores organizadores y ordenadores subyacentes a todas las demás actividades cognitivas y pueden permanecer intactas, pudiendo una persona sufrir pérdidas cognitivas considerables y continuar siendo independiente, constructivamente autosuficiente y productiva.
En los últimos años se ha intentado delimitar las capacidades que componen el constructo de las FE y se han especificado varios componentes: memoria de trabajo, planificación, flexibilidad, monitorización e inhibición de conductas. En este sentido Goldberg; discípulo de Luria; en su libro "El cerebro ejecutivo" utiliza la metáfora del "director de orquesta". Según esta metáfora los lóbulos frontales como sustrato anatómico principal de las funciones ejecutivas serían los encargados de recibir información del resto de estructuras cerebrales coordinándolas entre si para realizar conductas proposicionales o dirigidas a un fin.
La estimulación de las funciones ejecutivas (asociadas a la corteza prefrontal) es realizada por el neuropsicólogo clínico. Cabe destacar que cuanto antes se realice dicha rehabilitación, mayor será la recuperación funcional del paciente, si bien habrán de tenerse en cuenta otros factores relativos a la propia plasticidad neural (edad del paciente, historia previa, etc.). Sin lugar a dudas, la rehabilitación de estos pacientes frontales cobra una vital importancia ante las manifestaciones conductuales relativas a dicho daño cerebral y la forma que estas afectan a la vida diaria y al entorno del paciente.
Tradicionalmente se han estudiado los déficits en las FE en sujetos con daño cerebral frontal. Más recientemente también se han estudiado en sujetos con daño cerebral en otras regiones tales como el cerebelo o las áreas subcorticales; así como en las diferentes enfermedades neurodegenerativas. También se han comprobado déficits en las funciones ejecutivas en trastornos tan variados como el TDAH (trastorno por déficit de atención/hiperactividad)o los trastornos psiquiátricos clásicos. Estos déficits ejecutivos apoyan las teorías del origen biológico de estos trastornos.
Bibliografía
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- Baddeley, A. (1986) Working Memory. Oxford University Press. ISBN 0-19-852133-2
- Burgess, P.W. (1997) Theory and methodology in executive function research. In P. Rabbit (ed) Methodology of Frontal and Executive Function. ISBN 0-86377-485-7
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(en inglés) - Norman, D.A. & Shallice, T. (1980) Attention to action: Willed and automatic control of behaviour. Reprinted in M. Gazzaniga (ed) (2000) Cognitive Neuroscience: A Reader. Blackwell. ISBN 0-631-21660-X
Fuente: Wikipedia
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