Manuel Rodríguez G.
Son cientos y cientos de noticias las que se escriben a diario, acerca del muy mal interpretado y peor conocido Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad.
Desconozco si la labor de muchos supuestos periodistas se limita a escribir textualmente lo que les expresan hipotéticos especialistas de estas patologías, o bien son ellos quienes interpretan caprichosamente lo que los especialistas médicos les comentan. En todo caso uno está harto de leer la palabra HIPERACTIVIDAD, como si aún siguiendo con el modelo tradicional que existía en los años 70, esa característica fuese el núcleo principal de este trastorno. Si bien es la peculiaridad más llamativa, sobre todo en el grupo infanto-juvenil, ni mucho menos es el nexo principal de este trastorno neurobiológico y genético, como ya quedó aclarado a principios de los 80 por Virginia Douglas y Russell Barkley, con sus teorías atencional y motivacional respectivamente, donde quedó claro que el núcleo primordial es el déficit atencional, que a diferencia de la impulsividad y, sobre todo de la hiperactividad, sigue presente en la vida del afectado, mientras que las anteriores características, si bien no desaparecen (a pesar de demasiados pseudoespecialistas que entienden que se diluye en la adolescencia) pues es intrínseco al trastorno, sí que se modifican ostensiblemente.
En todo caso, aún existen demasiados “expertos de estas patologías” que contribuyen con sus imprecisiones a relegar a muchos afectados por TDA (sin hiperactividad la mayoría) a no ser diagnosticados; menos aún tratados y, sobre todo, relegados al olvido en ese cajón de sastre que representan a los inatentos, hipoactivos y/o con Tiempo Cognitivo Lento (SCT). Mucho más aún en niñas, donde las “deidades científicas” curiosamente equilibran en la edad adulta los casos diagnosticados hombres/mujeres; a pesar de la supuesta relación 3:1 o más en niños.
Es, desde mi punto de vista, injusto y muy penoso el comprobar cómo con esas muy dudosas cualificaciones de demasiados especialistas que se autodenominan conocedores de estas patologías, que añadan tantas erratas e imprecisiones al muy polucionado y denostado Trastorno por Déficit de Atención; tanto que no es extraño que existan corrientes que pongan en duda no ya sólo la eficacia farmacológica de la medicación hacia afectados por estas patologías(en torno al 70%), a las que algunos tildan de drogas; sino incluso a la realidad del TDA/TDAH como trastorno real y del que determinados movimientos tildan de enfermedades prefabricadas por multinacionales farmacéuticas. No me cabe duda, que la presión y “premios varios” de estas poderosas industrias hacia poco éticos, nada escrupulosos y/o complacidos especialistas, contribuyan a una escandalosa cifra de diagnósticos errados y, a la vez, infradiagnósticos que acrecientan la duda y consecuentemente la mala imagen de este trastorno, etiquetado y estigmatización de niños y su relación familiar.
La conclusión de muchas familias que luchan día a día por ayudar a sus vástagos en este complicado caminar, sobre todo a nivel escolar y social, es francamente penosa, dadas las nulas ayudas que generalizadamente brillan por su ausencia, unidas a esa campaña de desprestigio social por las muy ignorantes y negligentes sensibilizaciones de ciertos agentes sociales: la triada educativa, sanitaria y de bienestar social y que dan con su no infrecuentes esterilidades a una carga aún más pesada en el día a día de familias y afectados, que demasiado frecuentemente son tildados de deficitarios compromisarios en el apoyo, cuidado y educación de estos niños, “enfermos invisibles”.
Mientras tanto y a pesar de escribirse miles y miles de líneas sobre el Trastorno por Déficit Atencional, la ignorancia voluntaria e involuntaria sigue minando gravemente y excluyendo a niños y familiares en su presente y futuro inciertos…
En el horizonte, relegada y me temo amnesiada, la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil, aprobada finalmente por el ex-ministro Bernart Soria, donde esa pasividad y estática sigue haciendo paupérrimos a la escasa treintena de verdaderos expertos en el tema en toda nuestra geografía: paidopsiquiatras o psiquiatras infanto-juveniles como Joaquín Díaz Atienza, Mª Jesús Mardomingo y unos pocos más. Así nos va, así les va a esos niños del olvido y la desidia institucional…
Solo se detectan dos de cada diez casos de hiperactividad en España
Diagnosticar médicamente el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un proceso largo y complicado. Así lo reconocen los expertos que indican que el 80% de los casos en España no se detectan. Un estudio acerca del qué conoce la gente en España sobre el TDAH revela que el 70% cree erróneamente que afecta solo a niños y adolescentes. Además el 25% de los encuestados piensa que desaparece con la edad.
El 70% de los encuestados asocia erróneamente el trastorno solo con los niños.
“Aproximadamente hay 300.000 niños en España con TDAH y menos del 20% están detectados y diagnosticados” reconoce César Soutullo, director de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra y coordinador del Plan de Acción en TDAH, también llamado ‘Proyecto pandah’. Se trata de una de los principales problemas que pretende solucionar este plan, que se pondrá en marcha dentro de tres años pero que ya ha presentado los primeros resultados de uno de sus trabajos.
"Un niño hiperactivo no nace con frustración sino que ‘aprende’ a tirar la toalla"
Se trata del Estudio del Conocimiento de la Población General sobre el TDAH, a partir del cual se extrae que el 70% de los encuestados lo asocia erróneamente solo con los niños y únicamente el 25% sabe que también afecta a los adultos. Además una de cada tres personas atribuye este problema al entorno familiar o escolar.
También se desprende de los datos del estudio que una cuarta parte de la gente piensa que desaparece a edad adulta y uno de cada tres desconoce que, si no se trata, puede tener repercusiones negativas en la vida laboral, familiar y en la seguridad personal, no únicamente en el rendimiento académico.
No hay pruebas neurológicas concretas
El objetivo del ‘Proyecto pandah’ es abordar de forma interdisciplinar este síndrome involucrando a los afectados: progenitores, educadores, asociaciones de padres y madres, pediatras, psicólogos, pedagogos, psiquiatras y sociólogos, para poder mejorar. De esta forma se puede afrontar el problema desde diversos frentes para solucionar “el retraso diagnóstico medio existente, que es de seis años, cuando en otros países de Europa no llega a cuatro” explica Soutullo.
Isabel Orjales, profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UNED, con 20 años de experiencia en el trastorno, puntualiza en declaraciones a SINC que en España “el diagnóstico es médico, no interdisciplinar. Son los psiquiatras quienes lo diagnostican”. Además, este problema se une a que “no existe ninguna prueba neurológica concreta para la detección real de TDAH” lo que complica aún más reconocerlo frente a la depresión, la ansiedad, las alteraciones de la conducta, la dislexia o el trastorno bipolar.
La experta explica que “un niño hiperactivo no nace con frustración, sino que ‘aprende’ a tirar la toalla porque durante mucho años se esfuerza mucho y obtiene ninguna recompensa”. Además opina que la detección temprana es esencial para paliar las repercusiones en los afectados y aclara que a la hora de diagnosticar se debe descartar que la conducta se deba a circunstancias puntuales en la vida del niño.
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