Manuel Rodríguez G.
Como decía Russell Barkley en un artículo publicado hace unos meses, http://deficitdeatencioneinatencion.blogspot.com.es/2012/02/barkley-el-exito-no-es-un-atributo-del.html, el TDAH no es un don. El don está en buscar, desarrollar y creer en esas habilidades inherentes que tiene cada individuo, sufran o no este minante trastorno y saberlas explotar mediante la debida motivación y estímulo.
En esa misma línea, la psicóloga Isabel Orjales se pronuncia en el siguiente artículo aparecido hace unos días, donde incide como ya lo hacía Barkley en su día, en que el TDAH no es ninguna virtud, pero sí que se puede realizar una vida digna e incluso exitosa, si se ayuda y apoya a los afectados, mediante la motivación y potenciación de otras peculiaridades innatas a cada individuo en particular, pero no al TDAH en si mismo, como erróneamente se especula por algunas corrientes.
Desafortunadamente, las reivindicaciones de muchas familias que buscan apoyo y ayudas diversas hacia los afectados a nivel escolar, sanitario y social, chocan con este tipo de filosofías que parecen dar a entender que el Trastorno por déficit de atención es un chollo para quienes lo poseen, cual virtud, don o poder especial, desacreditando en el fondo al individuo en sí, puesto que éste es mucho más que una peculiaridad que frena el desarrollo evolutivo y social del sujeto en sí y que no olvidemos se denomina Trastorno por Déficit Atencional. Un trastorno que es parte de las múltiples peculiaridades de cada individuo afectado en particular, pero ni mucho menos un todo de esa persona en sí. Al respecto y aunque muy generalizadamente se utiliza, no hay “niños TDAH”, sino niños con un trastorno por Déficit de Atención, pero también con muchas otras peculiaridades que posiblemente desarrolladas, motivadas y potenciadas pueden dar lugar al logro de una vida digna de estos niños; es decir a superar este, insisto, minante trastorno.
Triunfadores con TDAH, ¿falsas esperanzas o estímulos?
PILAR MANZANARES
El tenista Fernando Verdasco. / Cristina Quicler (Afp)
Deportistas como el nadador Michael Phelps o el tenista Fernando Verdasco dan buena muestra de que una persona diagnosticada con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad puede llegar muy lejos. Pero hay que tener cuidado con los ejemplos.
Como señala la doctora Isabel Orjales, «debemos pensar que estos grandes deportistas han llegado donde han llegado no por ser TDAH, sino por su buena habilidad para esos deportes, por el disfrute que tenían en su práctica, por la perseverancia y la constancia y el apoyo de la familia y los entrenadores».
Pensar –como circula por los mentideros– que los niños con TDAH tienen de por sí más habilidades para ser deportistas es un grave error, sobre todo porque en la gran mayoría de los casos suele suceder justo lo contrario.
Lo que sí se pone de manifiesto en ambos casos es que el entorno, tan importante para los que padecen este trastorno, ha sabido detectar sus buenas capacidades y se les ha apoyado para poder desarrollarlas: «Si tu familia no cree en tus capacidades no tendrás la posibilidad de recibir el entrenamiento adecuado y si el colegio no es flexible y absorbe todo tu tiempo menospreciando es tipo de prácticas, será inviable que puedas alcanzar metas como esas», afirma la doctora.
Lo importante es, por lo tanto, conocer al niño con TDAH para buscar las actividades de ocio más adecuadas para desarrollar su buena autoestima y su buen potencial.
Mejor en la universidad
Tal y como explica la doctora Orjales, los niños con TDAH tienen verdaderos problemas para superar la educación Secundaria y el Bachillerato, más a veces que la Universidad. En la Universidad, los jóvenes eligen aquellas materias para las que están mejor dotados, no se penalizan las faltas de asistencia, está permitido estudiar por apuntes fotocopiados y no es necesario un estudio tan constante (si se tiene capacidad, se puede estudiar intensivamente a última hora y superar una asignatura).
En el colegio, sin embargo, se exige que el niño con TDAH sea muy constante, los deberes son diarios, los apuntes tienen que tomarse a mano y estar limpios, los ejercicios deben estar todos realizados, las laminas de dibujo entregadas a tiempo, se penalizan las faltas por no llevar el equipo de deporte completo, por olvidar la flauta o no llevar el material de dibujo: «Además, la evaluación continua se convierte en un examen perpetuo. No importa que demuestren conocimientos de sobresaliente en el examen de evaluación, se hará la media con un montón de notas», señala la experta.
«En el colegio y el instituto se exige al niño con TDAH que aprenda, pero que aprenda en el momento y al ritmo que el profesor dicta y eso es para ellos mucho más difícil de cumplir. En la Universidad desaparecen los deberes diarios que les desbordan, los exámenes suelen ser más fácilmente tipo test, existen otras formas de evaluación alternativas (trabajos o prácticas) y cuando apruebas una materia puedes liberarla», concluye.
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