P. G. Javi tiene 12 años y lleva dos combatiendo su déficit de atención con medicación «y mucho esfuerzo». Es consciente de su trastorno desde los primeros años de Primaria, «cuando veía que sus compañeros avanzaban y él no, que le costaba más y debía trabajar el doble para seguir el ritmo», explica Rosa Visiedo, su madre. Como consecuencia de ese retraso en las aulas le tocó repetir cuarto curso, «pero con ayuda y constancia ya hemos llegado a sexto», continúa. Y utilizar la expresión 'hemos' no es casual. Para que niños y niñas como Javi puedan avanzar en sus estudios básicos es imprescindible la implicación de muchas personas: profesores, padres y médicos. En esta familia valenciana siempre están «pendientes de sus deberes, le ayudamos y estamos encima de él. El tratamiento no hace milagros, pero se organiza mejor y visitamos al neuropediatra cada seis meses».
La detección de este tipo de casos parece evidente en clase, «cuando un niño o una niña es más revoltoso de los normal o va más lento en sus actividades, ya que el modo de llamar la atención es notorio», explica Marta V. Sánchez, maestra de Educación Infantil, quien ha convivido con alumnos de toda índole, en este sentido, en los últimos siete años. «A veces puede resultar desesperante no poder atender a cada alumno como precisa y cuando topas con este tipo de perfiles te ves obligada a cambiar de actividad cada corto tiempo para todo el grupo, a dedicarle en exclusiva un maestro de refuerzo, si lo hay, o ayudarle a recuperar el tiempo perdido cuando todos sus compañeros ya han acabado con el ejercicio que estemos trabajando», matiza Marta.
«Un problema gravísimo»
Esta actitud y observación por parte del profesorado son indispensables para poder explicar a los padres las necesidades y carencias que presentan sus hijos en el aula y a partir de ahí sea el pediatra quien valore y diagnostique.
Uno de cada tres casos de fracaso escolar tiene como origen el trastorno del déficit de atención no diagnosticado (conocido como TDAH), según el jefe de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de Madrid, el doctor Francisco Javier Quintero. Una detección tardía de esta patología aumenta el riesgo de bajo nivel académico y de otras situaciones problemáticas como en algunos extremos «la ingesta de drogas o el trastorno de personalidad».
Entre cinco y siete por ciento de niños que tienen TDAH, «menos de la mitad no ha tenido un diagnóstico» y, de ellos, el 50 por ciento «no ha conseguido un tratamiento adecuado». Por ello, subraya Quintero que existe un problema «gravísimo» respecto de la cuestión. Además, insiste Rosa, «se trata de un trastorno del que se habla poco y muchos padecemos por lo que es muy importante darlo a conocer y abordarlo».
Los principales son «la falta de atención, la fácil distracción, la hiperactividad, el habla excesiva, la prominencia de accidentes y la impulsividad», aclara Quintero. Sin embargo, añade otros como «el incumplimiento de normas, el trastorno del sueño, la agresividad, los tics, los cambios de humor o los problemas de coordinación». En el caso de Javi, según explica Rosa, «nunca ha perdido la buena actitud y jamás ha sido agresivo, sino más bien todo lo contrario. Sin embargo, en él sí que hay asociado un problema de inmadurez, es muy infantil».
REPERCUSIONES SOCIALES
Esta enfermedad crónica con base neurobiológica, y que es más prevalente en varones, «incide sobre el comportamiento y tiene repercusiones sociales», destaca la responsable de Neuropediatría del Hospital Son Llátzer de Palma de Mallorca, la doctora Esther Cardó. Para ella, la explicación etiológica se encuentra en el lóbulo frontal del paciente, que «tiene un riego sanguíneo disminuido».
El índice de enfermos de TDAH en edad adulta es del cuatro por ciento, por lo que sugiere que «prácticamente la mitad se recuperan». Sin embargo, durante la adolescencia «el 70 por ciento mantiene los síntomas, que comienzan a presentarse antes de los siete años», explica el jefe de sección de Psiquiatría Infantil del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, el doctor José Ángel Alda.
Los expertos proponen un tratamiento farmacológico, pedagógico y psicológico, siendo prescindible el primero «en los casos leves». El presidente de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al TDAH y paciente de esta patología, Fulgencio Madrid, ha querido poner en valor el 'Plan de Acción en TDAH Pandah' que está desarrollando un comité científico.
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