Antonio, era un niño alegre y feliz, estudioso, listo, apasionado por el deporte y la Semana santa….pero todo esto cambió y se llenó de complejos y de frustración.
Todo empezó cuándo con nueve años lo tuvieron que someter a una intervención quirúrgica de urgencia a consecuencia de un infarto de epiplón mayor, el niño tuvo que ausentarse durante dos meses del colegio, pero tan querido era por sus profesores, que le dedicaban dos o tres tardes a la semana y pasaban por su casa, le daban deberes, explicaciones y hasta bromeaban con él, gracias a ellos ese año pudo terminar bien el curso.
Desde entonces no volvió a ser el mismo, se convirtió en un niño frágil de salud, sufría constantes desmayos, hasta que le diagnosticaron problemas de hipoglucemias, se le empezó a tratar y todo marchaba bien, empezó a retomar su vida, haciendo deporte que es lo que más le gustaba, pero esto duró poco.
Estando en tercero de la ESO, su comportamiento cambió, las notas empezaron a bajar, volvió a sufrir desmayos y dolores de cabeza. Otra vez de médicos de pruebas hasta que se dieron cuenta de que sufría el trastorno de “Lateralidad cruzada.” Empezó con las terapias y se informó al tutor donde cursaba sus estudios, del problema que había, tuvo que repetir curso.
Al año siguiente a principios de curso, sufrió una pérdida de conocimiento muy grande, por lo que tuvo que ser tratado de urgencias, se le descubrió un pequeño problema de corazón, pero no era la causa de los desvanecimientos, tuvo que dejar las sesiones de terapia, hasta encontrar la causa. Fueron unos meses muy duros para Antonio y su familia, un día sí y otro no en el médico haciéndole pruebas. El cardiólogo, había informado que tenía que dejar el deporte ya que, el ejercicio físico y los desvanecimientos que sufría, le hacían daño a su corazón, había que seguir haciendo pruebas hasta dar con la causa de su mal, el resultado fue “Migrañas con aura visual”
Mientras en el centro donde estudiaba no dejaban de ponerle faltas de asistencia sin justificar, cuándo su madre siempre estaba en el centro, a petición del tutor, dando los justificantes y los partes médicos. No podían entender el comportamiento que tenían algunos de sus profesores hacia el niño, lejos de ayudarle, cada día la situación era más difícil de llevar, su vida en el centro se convirtió en un sufrimiento constante, llena de trabas y de zancadillas, hasta que un día, la madre tuvo que ir hablar con la orientadora del centro sobre el futuro de Antonio.
Entonces se dio cuenta, que el tutor no había informado al resto de profesores del problema de Antonio, ni tampoco a la orientadora, la cual, hubiera podido hacer mucho por él durante el curso, de ahí el comportamiento de algunos profesores, la falta de comunicación y de ayuda del tutor, frustró la vida de Antonio en el colegio.
El sistema educativo no funciona como debería, hay profesores que tienen total desconocimiento de este trastorno, unos hacen por donde saber más acerca de esto y poder ayudar a los alumnos con dicha patología, pero otros no. No todos los profesores están preparados para tratar con estos niños, es más fácil tratarlos de perezosos, con dificultad para la integración, que intentar ayudarles, no se dan cuenta que son niños normales.
Antonio acabó la ESO con su titulo, pero lamentablemente dejó los estudios, hoy en día está a la espera de cumplir los dieciocho años, para engrosar la lista del INEM e intentar hacer algún curso de formación.
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