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Antecedentes de un fracaso anunciado

 

Y parece que fue ayer… Antecedentes de un fracaso anunciado (I)

(Escrito el día 23 de febrero de 2007)

Al Colegio Público Santa Mª de la Coronada

(A la atención del profesor Álvaro Rodríguez Ruíz)

Como padre de su alumna S.R., ante la alarmante situación que se está generando con ella, en el contexto escolar y que está dando lugar a un proceso de ansiedad preocupante en la niña, por la ineficacia de medidas tendentes a su normalización e inclusión en el colegio, a pesar de que por distintos sectores educativos se afirme que supuestamente la niña está siendo atendida adecuadamente para su pleno desarrollo en todos los aspectos, realizándose terapias de diversa índole para proporcionarle la autoestima necesaria, el refuerzo positivo para aminorar su frustración generalizada y el apoyo extra que necesita para su eficaz integración y normalización en todos los órdenes de su desarrollo personal, me pongo en contacto con usted para que me explique por escrito cuáles son las medidas específicas de apoyo que usted está realizando como responsable en la asignatura que le da a esta niña, que como sabe está diagnosticada como afectada por un TDAH, tipo inatencional.

Ayer Jueves, día 22 de febrero, se le olvidó; mejor dicho, se nos olvidó a mí y a ella, el famoso neceser que desde este año se pide en las clases de Educación Física. (Entre otras cosas llovió a ratos durante la mañana y sé que al menos la clase no se dio enteramente a cielo descubierto en el patio).

El martes pasado, tras revisar, con mi ayuda y supervisión (ya que uno de los grandes problemas de estos niños es la planificación, ejecución y organización de tareas) los materiales que necesitaría para ayer jueves (ya que el miércoles estuvo en consulta médica con dos especialistas muy ligados a su trastorno) y dado que el neceser tiene un volumen considerable, con lo que se suelen doblar las pastas de materiales como libros, etc, le aconsejé que lo sacáramos de la mochila que tiene, porque hasta dentro de dos días no le haría falta, es decir para el jueves.

En cualquier caso Sr. profesor, si una niña con grandes problemas de inatención, con serios problemas de disfunción ejecutiva, planificación, medicándose con psicoestimulantes y con una minada autoestima, muy pronunciada curiosamente este curso, es “culpable” de olvidar cosas que debe llevar a clase, a pesar de la constante supervisión de su padre; y que esa “culpabilización” da como resultado castigos en los que hay que copiar un nº absurdo de veces la famosa y victoriana frase “Tengo que traer a clase …. “; cosa que ayer no hizo, y que por cierto alabo cuando ya en su día le dije que no realizase este tipo de “terapias”, ya que, yo como padre y coeducador le expliqué que los castigos se realizan cuando hay una falta grave de obligaciones o de voluntariedad manifiesta para oponerse a deberes y no por despistes e inhabilidades específicas.

Esta negativa de la niña a copiar esas “frasecitas pedagógicas” y que la propia niña le comentó a usted que hablase conmigo, dio lugar a que usted la castigase a estar sentada durante la clase de Educación Física en el patio del colegio, con lo que la niña no entendiendo que no había voluntariedad ni dejadez manifiesta por haber olvidado el neceser se puso a llorar. Desgraciadamente este tipo de situaciones en las que la niña rompe a llorar, muy habitual últimamente, no es debido a que la niña sea mimosa, consentida o esté sobreprotegida. Seguramente se esté dando el caldo de cultivo idóneo para que esta niña, afectada por este trastorno (muy dañino y con muy serias secuelas si no se ayuda a nivel multimodal a paliar esas problemáticas) dará como resultado un estado generalizado de ansiedad. Las famosas terapias que supuestamente se aplican desde bastante tiempo en el colegio, como refuerzos positivos, ayuda para integrarse en el grupo etc. no encajan demasiado bien en estas situaciones, ¿no le parece?. Podría seguir apuntando cosas que vengo observando en su clase con mi hija, pero por el momento me las reservo.

En cualquier caso si aceptamos que todo niño es castigado por no traer cosas necesarias para las asignaturas que se imparten tendría que plantear hechos que podríamos ubicar como agravios comparativos:

- Si la idoneidad de traer y usar un neceser con la correspondiente esponja, toalla, gel, etc, es para enseñar a los chavales a establecer una rutina y unas prácticas de higiene tras un ejercicio físico, lo cual es, en principio, muy acorde con la educación y la higiene, ¿por qué no enseña usted a principios de cada clase a sus alumnos su neceser particular, ¿o es que usted no suda o se ensucia nunca?. En caso de que no lo haga, ¿por qué su director (QUE NO EL MÍO) no le castiga?

- Si, como se sabe, el trastorno de S. es de tipo neurobiológico, ya que intervienen una serie de neurotransmisores cerebrales en esas inhabilidades específicas y no por falta de constancia o dejadez de la niña ni de su padre, ¿por qué, por ejemplo a ciertos profesores y a algunos niños se le permite usar gafas en clase, plantillas ortopédicas o las necesidades que le ayuden a paliar esas carencias o problemáticas y a mí hija como afectada no se le dan esos apoyos necesarios e incluso se le aísla y excluye?

- Si se sigue relegando la problemática actual de S. con la praxis actual ejercida por actuaciones como las que usted realizó ayer, es decir castigándola sin saber qué fin último consigue ese castigo uno podría pensar que evidentemente con actuaciones como estas la mujer, por poner un ejemplo, hoy día no tendría derecho a votar; que seguiría siendo correcto y educativo dar palmetazos a niños que no saben la lección; que seguiría siendo normal dar palizas a las esposas; que las niñas no tendrían por qué estudiar; que la dislexia como el TDAH, la sobredotación y otras peculiaridades no son motivo de dificultad ni merecedoras de ser tenidas en cuenta ; que no hay derecho a que personas discapacitadas tengan reservadas una serie de plazas por sus limitaciones, etc. etc.

Le sugeriría que leyese publicaciones de las psicólogas Inmaculada Moreno, Isabel Orjales y uno especialmente dedicado a la motivación de los niños “Mentes motivadas” de Deborah Stipek y Kathy Seal. Le aseguro que no tienen desperdicio (puedo prestarle algunas si son merecedoras de su interés).

Por una parte, es usted muy joven, al menos respecto a mi, con lo cual y, aunque le parezca absurdo le puedo asegurar que se va a encontrar, si sigue en el sistema escolar, con más alumnos de los que cree con problemas relacionados con esta patología y, como no, muy desmotivados.

Obviamente, Sr. Profesor, permítame darle un consejo aunque no me lo haya pedido: Infórmese al menos de ciertas problemáticas de alumnos suyos. Eso es un indicativo de la curiosidad intrínseca de un buen maestro, una persona que desea y quiere enseñar y por ende, ayudar a quienes, se supone, continuará proyectando en un futuro casi cercano la realidad de nuestra futura sociedad. Como le dije a una compañera suya, ojalá finalmente sea usted de la escuela “FERNANDINA.” (Léase A la memoria de un maestro con mucho pedigrí ).

Le incluyo copia de una carta enviada a esa persona, de la que, al menos, por el momento sólo puedo hablar muy bien, como lo he hecho de otras personas de ese colegio a pesar de que haya bulos generalizados al respecto y tenga la imagen de dinamitador (Es demostrable cuando ustedes quieran).

Hoy por hoy es la maestra que más cariño ha ofrecido a mi hija desde que comenzó su escolarización (eso es lo que dice S. y, evidentemente conociendo su ingenuidad y su sinceridad la creo). Me he permitido incluirla porque tengo constancia de que esa carta, que era personal para esa maestra, al final se leyó por muchos profesores, así que si usted no la leyó ahí la tiene:

image

“Estimada María:

Como padre de S me pongo en contacto contigo para hacerte algunas reflexiones.

La semana pasada repasando con S las tareas del colegio vi una hoja en la libreta de ….. que me llamó la atención: La repetición de una frase en la que se supone ayudaría a un niño a no olvidar una herramienta de trabajo; en este caso su ….

Hacía décadas. (Sí, M: décadas). Hacía décadas que no veía repeticiones de una frase, que se me antoja absurda. Si esta “terapia” fuera eficaz, te aseguro que en miles de hogares se repetirían millones y millones de frases a diario, debido a que unos “seres bajitos y desobedientes” se aburren de las directrices que los “supuestos adultos” les marcan.

Hoy es 15 de marzo y el día 13 mi mujer comunicó al director del Centro que la cita que yo tenía con tutor actual de S, no sería posible porque ayer tuvimos que ir al Hospital MI. Al final tutor actual no se enteró de este hecho con lo cual me citó y por educación me acerqué, en cuanto llegué de MI, al Colegio para esa cita. Si somos coherentes se debería hacer repetir al director en este caso a un número elevado de frases como “Cuando una madre me comunica la imposibilidad de asistir a una cita con un profesor debo hacerlo y no olvidarlo”. Esta anécdota podría servir con repeticiones a mi mujer, con repeticiones conmigo, contigo .... ¿con quién no, M?. ¿Crees que los niños, en este caso, se olvidan de las cosas voluntariamente?. Francamente yo no lo creo. Es más fácil la “amnesia selectiva” en los que nos consideramos adultos que en los niños. La experiencia así lo ratifica.

M, yo cursé la, entonces llamada, E.G.B. en ese Colegio. Eran los años complicados del cambio social y político que ya se vaticinaban irremediablemente (últimos de los 60, mediados de los 70). Evidentemente uno no tenía conciencia ideológica y menos política por el mutismo generalizado de nuestros mayores y por la edad, pero no por ello tomaba nota de lo que veía.

Decirte que no era extraño ver a algún “maestro” apalear a más de un niño por “ser culpable” de no enterarse o no memorizar la lección. Uno ha sido testigo de cómo poner de rodillas y en cruz a más de un compañero aguantando la tristemente famosa “Enciclopedia Álvarez” acompañada de la Biblia o algún tomo pesado durante un tiempo que, seguramente; no “coincidiría en nada con el del reloj; he sido testigo y, en este caso, he sufrido 28 palmetazos por no saber la tabla del 7 (en este caso llegué sólo hasta el 3 y como no supe contestar al 7x4 ... pues eso, mujer); yo fui “condenado” a quedarme después de clase por niñerías, en este caso por jugar cuando había que alzar la mano y cantar el cara al sol, frente al escudo que hoy día no existe en el Colegio. Lo más curioso de todo es que quien me castigó, luego posteriormente en los años de la transición colaboraba con un partido contrario al franquismo. De ahí que antes te hablase de lo importante que es la coherencia. En esos días era normal esa “terapia pedagógica” en muchas escuelas, por tanto no se veía como lo vemos la mayoría de la gente actualmente, o sea una oda a la barbarie.

image EnciclopediAlvarez caraalsolcolegios

Pero ¿sabes M?, a pesar de tantos recuerdos me quedo con las enseñanzas y las clases magistrales de un MAESTRO. Se llamaba FERNANDO C. M. Me dio 3º de E.G.B. y me enseñó un 75% de lo poco que sé, pero que nunca olvido. Era menudo, gordito y con pinta de abuelo; de hecho creo que ese año dejó el Colegio y se fue a la provincia de C., de donde era. Aquí quedó muchas cosas, al menos en mí. Nunca amenazaba, Sus clases eran como juegos, estimulantes y divertidas. A menudo nos contaba historias como la del niño que quería ser mayor y al perder su inocencia de mayor quiso volver a ser niño.

En fin, M, que me vas a llamar pesado pero que entiendo que hay otros métodos para acercar a los niños a la escuela y estimularlos; esa es tarea vuestra, eso sí, nosotros como padres debemos ser corresponsables, partícipes y apoyaros en todo este proyecto.

Pensarás que he hecho de una simple hoja repetitiva una montaña de alarmismos, pero como te comenté a grosso modo en su día, S padece un trastorno por déficit de atención, tipo inatento.

Este tipo de trastorno ralentiza muy seriamente la atención, ya que parece ser que existen una serie de neurotransmisores: la noradrenalina, dopamina y serotina (mensajeros que transmiten información al cerebro a través del sistema nervioso) que debido a un defectuoso aporte de glucosa al cerebro (catecolaminas) la transmisión de estos mensajes no es lo efectiva que debiese ser, produciéndose un déficit energético en las áreas del cerebro que regulan la atención y la conducta principalmente (lóbulo prefrontal derecho). En el tipo inatento se suele producir principalmente un déficit muy importante en la llamada memoria de trabajo, principal responsable de la poca habilidad para organizar, planificar y ordenar lo que hacemos o aprendemos on line; es decir, S aprende como cualquier niño, es más inteligente que unos y menos que otros (C. I 108: 120 manipulativo, 96 verbal) pero no tiene la habilidad de estructurar y organizar lo aprendido, teniendo que buscar otras vías que, evidentemente es mucho más difícil que el camino que los “ normales” seguimos. De ahí su lentitud entre otras cosas, como por ejemplo expresarse o simplemente copiar del encerado. Te aseguro, M, que a pesar de lo que parece estos niños no tienen nada de vagos o cómodos; por el contrario el camino para aprender y afrontar las situaciones diarias son más penosas de lo que a ti y a mi nos resulta. entre otras cosas porque están deshabilitados para las reglas de esta sociedad altamente competitiva que nos ha tocado.

Piensa en alguna de esas noches que a casi todos los estudiantes nos ha tocado sufrir antes de unos exámenes por la poca planificación o por haber trabajado poco una asignatura. A veces hemos querido intentar asimilar la materia en una noche de 10 horas delante del libro; otras en cambio hemos querido repasar completamente el libro entero en esas horas de la última noche y madrugada pensando que había que aprovechar el tiempo. Por supuesto en un casi 100% el resultado ha sido catastrófico. El remolino de conceptos, ideas y temas ha sido tal que el rendimiento al final es desastroso. En lugar de dejar la batidora de nuestro cerebro que, una vez tamizados los conceptos se asienten y queden enclavados en nuestra memoria, para que el aprendizaje sea óptimo, hemos establecido remolinos de muchas cosas desorganizadas, desestructuradas y caóticas.

No sé si te vale el ejemplo, pero el símil sería algo parecido a lo que pasa por la cabeza de estos niños constantemente, más si no se les ofrece la posibilidad de una ayuda multidisciplinar, donde los enseñantes y los padres deberían ser piezas insustituibles, entre otras cosas porque estos chicos pasan la mayor parte de su tiempo entre el Colegio y la familia.

M, estos chicos no tienen rasgos mongoloides, no tienen paraplejia, no son mancos, como el que te escribe, no parecen distintos a los considerados normales, incluso pueden llegar a ser antipáticos a los demás, por el hecho de comportarse distintos a ellos y porque frecuentemente son etiquetados, unos de tontos o torpes y otros de vagos o inadaptados; por eso tampoco se les tiene en consideración frente a otras personas que, digamos sufren de algo tangible. Al cojo a menudo se le cede el paso, se le invita a coger el ascensor; al manco se le llevan las bolsas o paquetes que pudiera portar; al corto de vista se le ayuda a cruzar el semáforo, se le hacen carteles más grandes y se le coloca cerca del encerado; a las minorías se les integra y se les ayuda a conocer el idioma, la cultura y las idiosincrasias de la nueva sociedad, etc.

Date cuenta, M, todos tienen un nexo en común: todos esos grupos portan características visibles, tangibles: Al niño que da pasos de forma poco sincronizada se le reconoce; al que no puede o manipula defectuosamente objetos también; al que tiene miopía igual; al pequeño que se diferencia de nosotros en su color de tez ni qué decirte.

Entonces, ¿por qué cuesta tanto aceptar y ayudar a niños como S, en donde aparentemente no hay diferencia alguna con los demás?. Si el sistema educativo es capaz de adaptarse a estos chicos que, en menor o mayor grado, sufren de ciertos inconvenientes, ¿por qué no hacerlo también con los niños que, como S, padecen este trastorno, intentando moldearse a sus problemáticas específicas, ya sea a través de economía de fichas, de llamadas de atención motivadoras, de acercamiento a los maestros, de alejamiento de distractores como ventanas, de modificación de conductas positivas, de estímulos en las relaciones sociales con los compañeros, de ayuda en la adquisición de empatía y de habilidades sociales, de premios por esforzarse en la concentración en clase, mediante simples sonrisas o palmaditas, de retroalimentación a la hora de explicar conceptos para que el niño preste la debida atención, de pequeñas tareas de pseudoayuda, como podría ser limpiar la pizarra, recoger libros o llevarlos a un sitio concreto para liberar la tensión que les produce la falta de motricidad al estar sentados durante largos ratos ....

La rigidez de cualquier sistema es ante todo nocivo. Si se pretende englobar a todos y cada uno de los niños de una clase sin prestar atención a cada peculiaridad individual estamos jodiendo el principio de igualdad de condiciones y oportunidades; entre otras cosas porque por esa regla de tres, y siguiendo con los ejemplos anteriores, el cojo tendría que jorobarse e ir a la planta 2ª a patita y no usar el ascensor porque no debe tener “PRIVILEGIOS” respecto a los demás; el manco tendría que hacer pesas en gimnasia y flexiones para no dar la nota; al cegato no había que ponerle en primera fila porque podría parecer que es un enchufado del profe. Del inmigrante qué decir. Si quiere aprender pues debería “buscarse la vida” y aprender el idioma nacional por sus medios.

Gracias a mucho esfuerzo las cosas, aunque despacito, van cambiando M;. Ojalá que dentro de muy poco la gente, y sobre todo, ciertos sectores de la sociedad, tengan conciencia de que niños como S necesitan de una dosis extra de comprensión y de ayuda. Hacer lo contrario es INVOLUCIONAR. Les hace falta M, en serio.

Tú eres muy joven M. Espero que tu profesión te entusiasme y que, a pesar de que los maestros no tenéis el reconocimiento social que corresponde a vuestra gran labor, seas de la escuela de los admirados y queridos, o sea de la escuela “FERNANDINA” en vez de la escuela olvidada.

Bueno, ya sí que termino. Me excedí en mis notas, pero es que S, al igual que más niños de los que se piensan están en una situación de indefensión por el desconocimiento que existe de esta patología y que nos hace a padres y, sobre todo, a estos niños ser etiquetados injustamente.

Espero no haberte molestado en mis apreciaciones ni haberte aburrido; en cualquier caso no ha sido mi intención. Eso sí, M: por favor ten en cuenta las características de S; no son caprichos de un padre sobreprotector ni obsesionado. Desgraciadamente el tiempo me da la razón.

Un saludo M. Confío en ti.

Atte. M…"

(Final de la carta enviada hace un año a esa buena maestra)

Nota 2: Luís Ma, el anterior maestro de Educación Física, esté donde esté, tiene que sentirse muy orgulloso: S., desde luego lo añora.

Sr. Profesor de Educación Física, solicitándole las debidas respuestas por escrito con la mayor brevedad posible a mis inquietudes, así como una reunión personal urgente, aprovecho la ocasión para saludarle.

Atte.  Manuel R.

Fuente: http://vagabundotraslalibertad.blogspot.com/2010/05/y-parece-que-fue-ayer-antecedentes-de.html

Como ya hice en el escrito publicado en esa referencia, dedico  el siguiente tema de Patxi Andión a Don Fernando Civantos Morales y, por ende, a esos maestros comprometidos de verdad con sus alumnos, así como  a las familias que nos están ninguneando acosando con bulos, rumorologías, aislamiento y agravios comparativos, cuando nos atrevemos a denunciar tanta complicidad, complacencia y cobardía ante el acoso y exclusión hacia determinados niños.

 

Fuente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=FeoPcpPDmHY&feature=player_embedded

 

Fuente: http://elcuadernodeguillermonoacoso.blogspot.com/2010/09/y-parece-que-fue-ayer-antecedentes-de.html

1 comentario:

susana jeronimo dijo...

Simplemente gracias por publicar tus experiencias, mi situación personal es bastante parecida y tus palabras me sirven de apoyo, información y ánimo para seguir. Es muy duro cuando trabajas, animas, supervisas... y encuentras un muro enorme que no te deja avanzar en donde se supone que son educadores, que son formadores y que estan ahi por vocación y no por obligación.