Juan Sangüesa
Las pilas de papeles crecen y se multiplican en tu escritorio, las fechas límite se aproximan demasiado rápido sin que logres terminar los muchos proyectos que tienes pendientes y la procrastinación se ha instalado como una constante en tu vida.
Si tienes déficit atencional (ADHD), es muy probable que este escenario te resulte familiar. La desorganización crónica es una de las manifestaciones más frecuentes del síndrome, y una fuente inagotable de estrés y CAOS en tu vida.
Pero, ¿cuál es el origen de estos problemas? ¿Por qué a los adultos con déficit les resulta tan difícil llevar a cabo las cosas que el resto de los mortales son capaces de hacer todos los días con gracia y soltura?
Hay bastante consenso entre los investigadores en cuanto a que el ADHD conlleva un desempeño no muy eficiente de lo que en neuropsicología se conoce como “funciones ejecutivas”.
Dirigiendo la Música de la Mente
Las Funciones Ejecutivas son los procesos más evolucionados de nuestro cerebro y constituyen el sistema de control y regulación de la mente.
Las Funciones Ejecutivas son algo así como el director de una orquesta que coordina la ejecución de los músicos, indicándoles cuándo empezar a tocar, qué ritmo mantener y con qué intensidad ejecutar sus partes. Sin el director, la orquesta igual puede tocar, pero la música no sonará tan bien.
La Neuropsicología ha demostrado que los pacientes con daño en los lóbulos frontales del cerebro sufren deterioro en sus Funciones Ejecutivas, lo que se ve reflejado en que tienen serias dificultades para planificar, establecer prioridades, organizarse, prestar atención a los detalles y recordar lo que tienen que hacer en un momento dado.
Las funciones ejecutivas son la clave del éxito en la vida adulta, ya que gracias a ellas podemos guiar nuestro accionar vital en pos de objetivos importantes, y también reflexionar antes de actuar automáticamente en respuesta a los vaivenes de nuestra existencia. En este sentido, las funciones ejecutivas nos diferencian de otras especies, cuya conducta se encuentra gobernada por los estímulos ambientales presentes y las consecuencias inmediatas de sus actos.
Gracias a las funciones ejecutivas podemos dejar de lado una recompensa inmediata pero poco favorable en el largo plazo (como un hipercalórico pastel) o abocarnos a una tarea aburrida pero importante a mediano plazo (como estudiar para un examen).
Pero, ¿cuáles son y en qué consisten las funciones ejecutivas?
Sobre lo que todavía no hay mucho consenso es en la definición específica de estas funciones. Distintos autores han propuesto diversas descripciones de las funciones ejecutivas sin que exista acuerdo en la actualidad con respecto a cuántas y cuáles son o de qué forma interactúan entre sí.
Como no tenemos suficiente espacio (¡ni tiempo!) para una revisión exhaustiva de la literatura científica acerca de las Funciones Ejecutivas, nos centraremos en lo fundamental: que obtengas una visión más clara acerca de cómo los déficit en algunas de estas funciones, explican las dificultades con las que te enfrentas día a día en tu atribulada vida de adulto con déficit atencional.
En este sentido, más que una exposición “académicamente rigurosa”, me interesa lograr una síntesis clara que nos ayude a construir una base de conocimiento práctico sobre el cual después ir revisando algunas estrategias específicas para controlar mejor el caos en tu vida.
Si logramos este objetivo preliminar de comprender mejor las bases neurocognitivas de la desorganización crónica, después será más sencillo entender porqué algunas estrategias funcionan y otras no, y también estaremos a mitad de camino de aprender a aplicar esas estrategias con eficacia.
Para lograr estos objetivos me concentraré específicamente en la teoría del Dr. Russel Barkley (la máxima autoridad mundial en ADHD), que explica detalladamente el operar de 4 funciones ejecutivas centrales y su disrupción en quienes presentan la condición.
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Memoria de Trabajo (no verbal)
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Memoria de Trabajo (verbal)
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Autorregulación de la Emoción/Motivación/Activación
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Reconstitución
Inhibición de Respuesta: ¿Cómo están los frenos de tu cerebro?
La Inhibición de Respuesta es considerada una función ejecutiva en sí misma ya que es una forma de conducta auto-dirigida que altera la probabilidad de una conducta posterior. Dicho de otra forma: sin inhibición de respuesta no hay autorregulación.
Básicamente se trata de la capacidad de detenerte antes de actuar en respuesta a un determinado estímulo ambiental o interno. Según Barkley, ésta capacidad es la condición sine qua non para que las otras funciones ejecutivas puedan hacer su trabajo, ya que sin ese mínimo lapso entre el estímulo y la respuesta, no hay espacio mental para que operen.
Ésta es la diferencia entre los seres humanos y otras formas de vida más simples que responden automáticamente ante los estímulos de su entorno.
No se trata de la capacidad de resistirte conscientemente a hacer una compra impulsiva. No, se trata de un proceso mucho más fundamental que ocurre en una fracción de segundo y del cual no somos conscientes.
Sin embargo es crucial para llevar a cabo tareas complejas y filtrar estímulos irrelevantes para las mismas. Por ejemplo, una falla en esta función puede explicar el porqué a la mayoría de los adultos con déficit les cuesta tanto terminar un trabajo cuando hay muchas distracciones ambientales. Simplemente les resulta imposible filtrar y desatender las cosas que están pasando a su alrededor.
Uno de los efectos de los fármacos indicados para el déficit atencional es justamente ese: aumentar ese espacio virtual en que el cerebro puede detener una respuesta y analizar las posibilidades con una perspectiva más amplia.
Todas las funciones ejecutivas se basan en la capacidad de Inhibición de Respuesta. Las fallas en ésta explican gran parte de los problemas que suelen presentar las demás funciones ejecutivas en el déficit atencional
Según el Dr. Barkley, las funciones ejecutivas se componen de conductas dirigidas hacia uno mismo para facilitar la autorregulación. Es decir, son ejecutivos todos aquellos actos (observables o no) que permiten modificar la propia conducta de manera que se alteren las consecuencias resultantes en el futuro.
La sofisticada teoría de Barkley se basa en un modelo de inhibición de respuesta para explicar el trabajo coordinado de cuatro funciones ejecutivas:
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