Juan Sangüesa
Cómo vivenciar las emociones sin verte arrastrado por ellas
Si te dejas llevar por lo que sientes y el resultado es bueno, serás considerado “espontáneo”, pero si las cosas no salen tan bien, entonces lo más probable es que te asignen los calificativos de ”impulsivo”, “irresponsable”, “inmaduro”, entre varios otros…
Se sabe que los adultos con Déficit suelen tener problemas para regular sus emociones, lo que les lleva a experimentar cada sentimiento de una forma más intensa que el resto de los mortales.
La capacidad de regulación emocional se expresa normalmente como una breve pausa en el momento en surge la emoción, durante la cual la persona puede contemplar la situación y el contexto para que su respuesta sea adecuada y socialmente aceptable.
De acuerdo con Russell Barkley, esta función ejecutiva depende de las que ya hemos revisado en los posts anteriores. Específicamente de la capacidad de sentirse a uno mismo y del diálogo internalizado (memoria de trabajo verbal), las que se configuran como representacione encubiertas visuales y verbales.
El famoso neurólogo Antonio Damasio ha planteado que estos eventos mentales poseen valor afectivo y motivacional, llamándolos “marcadores somáticos”.
Así, la capacidad de autorregulación emocional y de la motivación cumple una función de internalización de los afectos y es también fuente de motivación intrínseca, la cual es un elemento crucial a la hora de llevar a cabo tareas dirigidas a una meta.
Un ejemplo de los problemas que la falta de regulación emocional puede acarrear es cuando un empleado se enoja con su jefe y, sin filtro alguno, le deja saber como se siente al respecto. La consecuencia más probable de esta reacción “espontánea” va a ser que el empleado deje de serlo por un tiempo (al menos hasta que encuentre otro trabajo).
Es así, en nuestra cultura se espera que los adultos seamos capaces de detenernos y respirar hondo, que reflexionemos y consideremos el contexto en un sentido amplio antes de manifestar nuestros sentimientos.
Ahí es donde a los adultos con Déficit Atencional se les complican las cosas ya que generalmente les sucede que las emociones “se les disparan” y terminan guiando su comportamiento sin parar mientes en las posibles consecuencias.
Finalmente, la capacidad de autorregulación emocional es un requisito para tomar perspectiva y poder comprender los sentimientos de los demás aun cuando sean distintos a los propios.
Probablemente ésta sea la razón por la cual muchas veces quienes tienen déficit son percibidos como “centrados en sí mismos”, ya que al resultarles más difícil mantenerse ecuánimes ante sus propias emociones, sus probabilidades de captar los sentimientos de los demás disminuyen ostensiblemente.
Al igual que en el caso de las otras funciones ejecutivas, el centro de operaciones a nivel de circuitos cerebrales de la autorregulación emocional se localiza en las regiones de la corteza prefrontal y sus conexiones con centros subcorticales de procesamiento emocional.
Ciertamente estamos hablando de una capacidad o habilidad neurocognitiva, es decir que depende indudablemente de la indemnidad de la circuitería neural subyacente, y que, por tanto, debería ser modificada por la acción de los psicofármacos, pero también claramente se trata de un fenómeno psicológico, subjetivo, que también sería susceptible de ser influido por la propia actividad cognitiva del individuo.
En otras palabras, si a menudo te encuentras en situaciones en las cuales te sientes literalmente “arrastrad@” por tus emociones y reaccionas sin poder detenerte un instante a pensar en las posibles consecuencias de tu respuesta, debes saber, por una parte, que existe ciertamente una base neurobiológica para esta tendencia, pero también que hay técnicas psicológicas que pueden ser muy efectivas para aumentar tu capacidad de autorregulación emocional.
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