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Niños con un trastorno, pero no enfermos. El impacto del TDAH en la familia

 

Jesús Bernal participa el jueves en el colegio La Palomera en las jornadas sobre TDAH A. Gaitero

Jesús Bernal es terapeuta familiar y maestro especializado en pedagogía terapéutica en el equipo de atención de alumnado con trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH).

Está pues en dos de los frentes más importantes para el tratamiento de este trastorno, que afecta al 3-5 por ciento de la población escolar: las madres y padres y la escuela….

-¿Hay recetas para tratar a niños y niñas con hiperactividad?

-Como para casi nada en la vida, y más cuando hablamos de salud mental y problemas emocionales y psicológicos, para esto tampoco hay recetas. Hay técnicas y estrategias, unas cosas más útiles que otras, porque siempre se puede hacer algo.

-¿Podría apuntar algunas de esas técnicas básicas?

-Existen varias líneas de trabajo:

Lo primero es reconocer el trastorno y saber en qué consiste el TDAH. Las familias deben ser las mejores especialistas y tienen que formarse. Para ello han de saber que tienen que enfrentarse a una situación complicada y que hay cosas más indicadas que otras.

En segundo lugar, es importante que madres y padres puedan afrontar juntos las implicaciones de este trastorno porque normalmente recae en las madres y corren el riesgo de ser sobrepasadas y quemarse.

En tercer lugar, al ser un trastorno que se da en la edad escolar, hay establecer una línea de trabajo y relación con la escuela. Los maestros son buenos profesionales y especialistas y las familias deben confiar y dar mensajes positivos y cuando haya dificultades, manejarlas entre adultos. Es imprescindible que la familia se apoye en el tratamiento médico y que ayuda a manejar el trastorno como indican todos los estudios.

Por último hay que dar pautas al adulto para que se cuide a sí mismo a través de tiempos de respiro.

-¿La escuela es más receptiva a hacer una atención especial al alumnado con TDAH?

-El ámbito educativo ha cambiado bastante y es más sensible a todo lo heterogéneo en el aula, emocional y profesionalmente. Su labor es fundamental porque puede dar pistas sobre lo que está ocurriendo. La escuela ha evolucionado para bien, aunque quedan cambios como trabajar con este alumnado como escolares con necesidades educativas especiales, igual que tiene disfunciones motóricas y va en silla de ruedas. Con el TDAH se trata de adaptar contenidos, espacios y tiempos, porque presenta comportamientos funcionales y disfuncionales.

-¿Cómo distinguir en la escuela hasta dónde llega el trastorno y donde empieza la capacidad de los críos para justificar todas sus conductas con el trastorno?

-Es un límite difícil de determinar, pero siempre que hay duda hay que exigir al niño. El niño con TDAH tiene que tener un nivel de exigencia igual al resto, es decir, es como si todos tuvieran que correr los cien metros, pero no todos tienen por qué hacerlo en el mismo tiempo. Nunca el trastorno exime de que el profesor trabaje límites, formas y objetivos. Y las familias tienen que apoyar al maestro en esta tarea.

-Las conductas disruptivas son las que más preocupan, pero ¿qué pasa con el alumnado con déficit de atención sin hiperactividad? ¿Corre el riesgo de fracasar por no llamar la atención?

-La sintomatología por inhibición a veces es más preocupante. Inciden en fracaso escolar y la relación social. Por eso es fundamental que la escuela detecte este tipo de casos. El déficit de atención sin hiperactividad es uno de los más difíciles de manejar porque además el tratamiento farmacológico se ha centrado mucho en las conductas de impulsividad e hiperactividad. El subtipo de inatención, además, es el más frecuente (4-5%) frente al de hiperactividad (3%).

-¿Cuál es el recorrido que realiza una familia hasta reconocer el trastorno?

-En ocasiones es muy largo y no termina nunca. Hay un tercio de padres y madres que no acaban de digerir o aceptar el trastorno. Esto lleva a conductas negativistas que implican no afrontar sus responsabilidades. Pero es muy importante decir que el 70% lo asumen, a veces con dosis de ambivalencia. El impacto a veces es mayor que la propia enfermedad y sufren ansiedad, depresión, etc. El peregrinaje de médicos, escuela, etc. produce un gran desgaste en la familia, pero es posible sobrevivir si se está por la labor de asumirlo responsablemente. Eso les hará mejores personas y mejores padres…

- Los niños con TDAH, No son niños enfermos, tienen un trastorno. Un niño puede tener una deficiencia como la sordera o la hiperactividad pero no es únicamente ese trastorno. Esto es importante porque al niño hay que devolverle su capacidad de maniobra.

 

Fuente:

http://www.diariodeleon.es/

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