Niños con TDAH, víctimas de maltrato

Niños hiperactivos son víctimas de maltrato en las escuelas, acusan

Chihuahua— La discriminación, el maltrato físico y sicológico por parte de maestros y familiares, son una constante que los niños con Déficit de Atención e Hiperactividad, padecen en su vida diaria.
Así lo señala Elsa Rodríguez, directora del Centro de Atención e Hiperactividad, quien asegura ha recibido casos de menores golpeados, arañados y que son incluso amarrados en las escuelas para poder mantenerlos quietos.
Todo ello, dice Rodríguez, repercute negativamente en el desarrollo de los pequeños, quienes buscan a toda costa vencer el rechazo del que son objeto, no sólo en el núcleo escolar sino en el familiar.
En las escuelas, dice Rodríguez, estos niños son etiquetados, condicionados y en ocasiones expulsados porque a los maestros aún les cuesta trabajo aceptar que el trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad existe y piensan que sólo son niños maleducados, vagos y groseros.
La política de inclusión en las instituciones, continúa la entrevistada, permite la asistencia de pequeños con síndrome de Down, autistas y otros que tienen capacidades distintas y necesidades especiales, pero se rechaza a aquéllos que tienen Déficit de Atención.

Hasta 10%, con déficit de atención

De acuerdo con la psicóloga Karen Córdova, de un 7 a 10% de los niños tiene Déficit de Atención e Hiperactividad, con una prevalencia mayor en los hombres que en las mujeres, padecimiento que se erige como una de las primeras causas de visita a neurología y siquiatría infantil.
El Déficit de Atención, dice Córdova, es un problema a nivel neurosicológico, una alteración biológica, ocasionada por deficiencias en los neurotransmisores que rigen tanto la actividad motora, control de impulsos y los periodos de atención que el niño tenga.
Señala que existen variaciones del trastorno porque puede haber déficit de atención con o sin hiperactividad, por eso es que se pueden ver niños que se mueven mucho y otros no; hay la predominancia en atención, predominancia en hiperactividad e impulsividad o el tipo combinado que incluye ambas.
El déficit de atención no se cura, sólo se controla; es una condición con la que se nace y perdura toda la vida, de tal forma que hay niños, adolescentes y adultos que padecen el problema aunque en diferentes grados ya que conforme van creciendo, los síntomas toman diversos matices o de alguna manera cambian.
La edad ideal para hacer el diagnóstico correcto, dice Córdova, suele ser hasta los 6 años, pero pueden empezar a trabajar los síntomas desde los 3 años lo que redunda en un beneficio porque entre más temprana sea la detección es más oportuno el tratamiento y mejor el pronóstico.
La especialista hace énfasis en que para lograr la inclusión de los pequeños tanto al ámbito familiar como escolar, se requiere la cooperación de todos los componentes del entorno del niño, porque si sólo se trabaja de un lado no se logrará ningún avance.
Es común, dice, que el déficit de atención vaya de la mano con un bajo rendimiento escolar, lento aprendizaje, trastornos de conducta por ansiedad y estados de ánimo depresivos. En un 40% de los casos, el déficit viene solo. El diagnóstico diferencial es básico ya que existen otras afecciones que presentan síntomas similares.
En lo que respecta al tratamiento, Córdova dice que se debe trabajar en un modelo interdisciplinario que incluya la atención de especialistas, padres de familia y maestros. El pequeño debe ser evaluado, incluido en terapia grupal y si es necesario, canalizarlo ante el especialista para que reciba tratamiento médico.
El objetivo al trabajar con los niños, apunta, es prepararlos para integrarse a una currícula escolar normal, porque las estrategias didácticas que funcionan para los demás pueden no serle útiles a él por lo que, a veces, se requieren ciertas adecuaciones tanto en el contenido académico como en el trato.

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